1. Mis inicios como amo (II)


    Fecha: 17/10/2018, Categorías: Dominación No Consentido Autor: sireleo, Fuente: CuentoRelatos

    Me fui advirtiéndole que estaría cerca de ella y hasta la saludaría como empleado suyo que era, y que si se atrevía a lavarse o a cambiarse, el castigo sería terrible. Así se quedó la primera parte de este relato verídico y la primera parte de mi vida como Amo. Ambos nos fuimos, cada uno por su lado, ella en su llamativo y reluciente coche, y yo en el mío, que ni siquiera era mío. Cuando me senté en mi coche, enfrié mis ánimos y pensé lo que había pasado, un escalofrió corrió por mi cuerpo, pues imaginé que ella todo lo había hecho por salir de allí, sin que le pasara nada, y que lo primero que iba hacer era denunciarme y por supuesto ponerme de patitas en la calle. Pero bueno, me dije que a lo hecho pecho y que seguro que todos me darían la razón si se enteraban pues no había un empleado que no la odiara. Así que mientras estaba entretenido con mis pensamientos, sin darme cuenta me encontraba delante de un buen restaurante y muy conocido de Granada. Lo primero que hice fue mirar por los alrededores por si veía su coche, y al no encontrármelo me temí lo peor, pero en fin, tomé aire y entré en el bar del restaurante, me pedí una bebida y me puse a observar a mí alrededor por si la veía. Al principio no la vi, pero cogí mi bebida y me metí más aún en la sala comedor, y ¡premio! allí estaba sentada junto a otras dos mujeres y un hombre, al que reconocí por ser asesor de nuestra empresa en temas laborales, a las otras dos no las conocía de nada, pero iban muy elegantes y ...
    ... pintadas. En esa sala sólo había otro par de mesas ocupadas. Ella se dio cuenta en seguida pues sus amigas le preguntaron qué le pasaba pues se había puesto blanca, la verdad que supo salir, pues dijo que no entendía como un empleado suyo se podía permitir un sitio así, y en un plan despectivo, lo dijo en un tono lo suficientemente alto para que yo lo escuchase, sus dos acompañantes le quitaron hierro al asunto, sin saber que ella lo decía por herirme y cabrearme más. Yo me giré e hice como si me acabase de dar cuenta, me dirigí a su mesa, conforme me iba acercando la cara le iba cambiando de color, pues se creía que yo iba a ponerla en evidencia después de su frase, pero nada más lejos de mi intención, pues aunque no tenía claro aún lo que iba hacer, sí sabía mi siguiente paso, me acerqué y los saludé a todos cortésmente y a ella especialmente, y sin pensarlo le dije que, como sabía que estaba aquí y ella me había dicho que le terminara unos expedientes muy urgentes para el día siguiente, los tenía terminados pero que los había dejado en el coche pues no sabía si los iba a querer aquí o los iba a dejar en su coche. Ella dijo que muy bien que me acompañaba al coche y que los dejaría en el suyo. A Miguel no le extrañó nada pues no era la primera vez que nos hacía ir a donde ella estuviese a llevarle documentaciones, así que se levantó y me acompañó, le pregunté por su coche y me dijo que lo tenía en el parking, pero que por favor le dijese que quería y me fuese, que mañana ya ...
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