1. La miliciana


    Fecha: 18/10/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... remotas posibilidades de victoria. La pequeña habitación que compartía con sus progenitores y hermanos estaba aireada y confortable; tan solo la desveló la agitada respiración de su padre y el leve ronroneo de su madre cuando follaron en mitad de la noche; pero retomó el sueño enseguida. El sol comenzó a levantarse a eso de las cinco y media, y Carmen con él. Sacó sus piernas del camastro, fue a la cocina a mojar un mendrugo de pan en vino dulce, el cual deglutió, y salió escopetada por la puerta. "¡Buenos días, niña!", dijo el tendero, que la vio pasar; "¡Buenos días, Luis!", respondió ella; "¡Buenos días, Carmen, niña!", saludó el churrero: "¡Buenos días, Agustín!", replicó ella; y así, con todos los que esa mañana, a esa hora temprana, la vieron correr, con esa vibración en sus tetas, hacia la barricada. Llegó Carmen a Mármoles y encontró aquello desolador: de la media centenar de milicianos que se contaban, habían acudido una veintena; de fusiles y municiones andaban escasos, y granadas de mano contó no más de diez. Ya se oían descargas de disparos a lo lejos. "Desiderio", dijo, "somos pocos"; "Sí, pero cada uno de los que estamos valemos por cien, vamos, Carmen, coge un fusil y ocupa tu posición, ¡se van a enterar esos malandrines de lo que vale un malagueño!" Quero, que recogía tres granadas de mano, la miró sonriente: "Niña, tenemos que repetir lo de ayer", dijo bajito; Carmen la deseó. La fusilería y artillería enemiga pronto empezó a hacer estragos. Explotaban los ...
    ... cuerpos, desmembrados, de los milicianos; algunos caían con la cabeza destrozada por un balazo. Carmen, asomando la cabeza cubierta únicamente por su diadema, seguía apuntando y disparando a todo aquel soldado enemigo que le enseñara la chorla entre los cascotes y escombros. De pronto vio a uno, muy tiznado, de rasgos africanos, que apuntaba hacia ella una pistola, a pocos metros, sin disparar; Carmen lo miró, apuntó, sin embargo no pulsó el gatillo: "Muy guapo", pensó. "¡Qué haces, Carmen, dispara!", oyó que le gritaba Desiderio tirado sobre el asfalto, herido de muerte. Carmen lo miró, apenada, y continuó, sin tener en cuenta que aquel rifeño podía haber acabado con su vida, y ella con la de él, si hubiesen querido. El asalto a la bayoneta de la barricada se veía venir, así que Carmen, antes, se escondió en un portal cercano y se arrebujó en la portería. Desde allí pudo oír el estridente grito de Quero al ser asesinada, o el de Desiderio maldiciendo. Pronto oyó pasos firmes de botas cercanos al portal. Un perro, que pasaba por la calle, entró al portal y ladró. Los estruendosos pasos se detuvieron. "Aquí hay alguien", oyó decir. Carmen de un impulso se levantó y amenazó al grupo con su fusil: "¡Quietos, quietos todos, o disparo!" No esperaba que por su retaguardia unos brazos fuertes la atenazasen y la desarmasen. Los soldados rebeldes la obligaron a arrodillarse; y mientras uno la sujetaba por el pelo, otros iban sacando sus pollas de debajo de sus uniformes: las había ...
«1...345...»