La tentación de mi hermano
Fecha: 22/10/2018,
Categorías:
Incesto
Confesiones
Autor: Samantha Maggie, Fuente: CuentoRelatos
... con otros. -¿Así cómo?- Le pregunté para molestarlo más y sin parar de mover el culo. -Pues acariciándolos y dejándote meter mano. Haciendo que se les antoje tu cuerpo. -Pues si estoy buena ¿Qué tiene de malo que se les antoje? Si no fuera tu hermana ¿A poco no se te antojaría? -¡No inventes, Samantha!- Me regañó y para seguir dándole lata, me empecé a restregar en él, despacio, como una gatita. -¿A poco no se te antojaría todo esto?- Le pegaba mis tetas en su costado. Estaba divertidísima haciéndolo sufrir, hasta que bajé la vista y noté que tenía el pene bien parado, alzándole el bóxer como casa de campaña. -Ya, Samantha- Me rogó, pero al mismo tiempo no pudo contra el impulso de ponerme la mano en el muslo con el que lo estaba rodeando. -¿Se te antoja?- Le pregunté, todavía sin maldad, lo juro. Era solo que verlo así por mi culpa me parecía lo más tierno y graciosos del mundo. -¿Qué quieres que te diga? Eres mi hermana, claro que no se me antoja. -Eres un mentiroso- Le dije, con triunfalismo –Mira cómo lo tienes de parado. Eres un cochino. Te excitaste con tu hermana- me reí, pero tal vez eso lo ofendió y lo calentó, porque entonces, se dio media vuelta hasta quedar encima de mí. -¿A ti no se te antoja? -No mucho. La verdad- Le dije, soltando una carcajada. -Es por que no has sentido lo duro que lo tengo. Si lo agarraras, seguro que ibas a quererlo todo. Tomé aquello como un reto y le puse la mano en su excitado falo, que mi hermano hizo ensanchar al tensar sus músculos ...
... cuando lo rodeé con mis dedos. -¿Cómo haces eso?- Le pregunté intrigada y como respuesta él volvió a rigidizar su instrumento un par de veces más. -¿Verdad que sí se te antoja?- Me preguntó con el mismo tono de victoria con el que yo le había hablado hacía unos momentos. No quise responderle porque me sentía sucia al estar tocando la verga parada de mi hermano, endureciéndose a su voluntad en mi mano. -¿Lo quieres ver?- Me preguntó, sonriendo, con su cara muy cerca de la mía y otra vez, sin querer delatarme, no respondí y dejé que Cristian se bajara el bóxer, haciéndome tocar la suave y venosa piel de su verga. Entonces, además de sucia, me sentí confundida. Sentí el impulso de investigar cómo era precisamente la apariencia de la robusta cosa que tenía en mis manos y miré hacia allá, al tiempo que Cristian repetía su acto de crecimiento espontáneo. -¿Está grandote?- me preguntó mi hermano. -La verdad, sí. -¿Más grande que el de tu ex? -La verdad, sí- Repetí mecánicamente –Pero ya quítate de encima, que me pesas- Lo cierto era que me había puesto muy caliente y tuve miedo de no poder controlarme y acabar haciendo una estupidez con mi hermano. Cristian repitió eso que hacía que se le pusiera más grandote y más grueso cuando se hubo acostado boca arriba, a mi lado, y debo aceptar que para ese momento yo libraba una lucha interior contra las normas básicas de la moral. Batalla que acabé perdiendo cuando mi hermano me hizo tocar su miembro de nuevo. -Con confianza, Samantha- Me ...