1. La vecina de Aldo


    Fecha: 24/10/2018, Categorías: Bisexuales Autor: cito63, Fuente: RelatosEróticos

    ... el siglo XXI y el contrato de vivir en pareja no conlleva el que debamos hipotecar el cuerpo y el espíritu. La vida es muy corta y si no aprovechamos para gozar de lo bueno que tiene cada momento, será una vida coja. No estaba muy seguro de si Sandra me estaba escuchando o no. Sirvió la tortilla en dos platos mecánicamente y se sentó a la mesa. –A ti como nada te ata, lo ves todo muy fácil. –Lo vería igual con otras ataduras y jamás me consideraría un traidor por este tipo de faltas. Las traiciones son de otra índole. Si viviésemos dentro de otras religiones, estas cosas serían del todo normales. A mí me parece muy legítimo amar a varias mujeres o que una mujer ame a varios hombres. Tendré que hacerme musulmán o mormón. –Me asombra esa facilidad tuya para buscar una justificación a cada cosa. Y pensar que la primera vez que te vi me pareciste huraño y muy lleno de ti mismo. Seguro que causas furor entre las chicas. –Lo cierto es que no me como una rosca. Será que las chicas me ven como tú la primera vez y no sé qué hacer para que cambien de opinión. –No me lo creo... Casi nunca tomo vino, pero éste está muy bueno. Nos miramos a los ojos un instante. –Eres preciosa, dije como embobado. –¿Sabes? Tú me gustas y... lo que ha pasado hoy ya no tiene vuelta atrás, pero ya te he dicho que quiero a mi marido, así que mañana cada uno nos vamos por nuestro lado y adiós muy buenas, tú te olvidas de que existo y yo espero poder olvidar este día o vivir con el recuerdo y soportarlo. –Está ...
    ... bien. Yo no demandaré nada de ti, sólo quiero que sepas que te amaré en silencio cada minuto, que ocuparás todos mis pensamientos. Tu imagen, tu recuerdo, toda tú estarás metida en mi corazón y en mi cabeza. Y quiero que sepas también que siempre estaré disponible, mañana y dentro de veinte años, para lo que necesites, hablar de cualquier cosa, contarme un secreto, pedirme que yo te lo cuente, darme un consejo o demandarlo. Habíamos bebido más de media botella. Serví otros vasos. –¿Pretendes emborracharme? –No. Sólo quiero que estés contenta. –Bueno, si hago caso de tus palabras, nada debe preocuparme. –Yo te lo digo tal como lo siento. Sólo quiero que disfrutes el momento, cada momento, contribuir de alguna manera a hacerte más feliz es mi única aspiración. Le ayudé a recoger la mesa. Me preguntó si quería café y le dije que más tarde, primero debíamos acabar la botella, no era un vino para desperdiciar. Fue a lavarse la boca y la seguí hasta el lavabo. Se ofreció a buscarme un cepillo nuevo y dije que si no le importaba me lavaba con el suyo. Luego se lo lavé con jabón. Regresamos a la cocina, la abracé por detrás y la besé en el cuello y en las orejas, chupándole los lóbulos y metiéndole la lengua en los oídos. Se volvió y dijo: –¿No quedamos en que te ibas? –Cuando me lo pidas, lo haré. Quise besarla en la boca y torció la cabeza. La abracé con fuerza y continué besándola en la mejilla y en el cuello. –El sabor de tu piel me embriaga los sentidos; el contacto de tu cuerpo ...
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