1. La vecina de Aldo


    Fecha: 24/10/2018, Categorías: Bisexuales Autor: cito63, Fuente: RelatosEróticos

    ... me transporta al séptimo cielo. De nuevo busqué su boca y se entregó totalmente rendida. –Me puedes. Me gustaría ser fuerte y pedirte que te fueras ya, pero me anulas la voluntad. No sé lo que me has dado, no sé si es el vino que me ha embotado los sentidos, pero me siento como hechizada. En cuanto rozas mi piel con tus caricias, con tus besos, siento arder la sangre; un hormigueo me recorre la espalda desde la nuca hasta los pies y noto como si se me empezara a vaciar el cuerpo. Le solté el cinto de la bata y ella comenzó a desabotonarme la camisa. Me separé un poco para facilitarle la tarea y la bata se abrió y su cuerpo inmaculado se reveló como una aparición; me quedé extasiado contemplándolo como si lo viera por primera vez. –Eres tan hermosa que no me pareces real, dije, me parece estar soñando. Me desnudé todo lo rápido que me permitía la agitación del momento y me abalancé sobre aquel cuerpo que con tanta fuerza tiraba del mío. Hice que la bata basculara hacia atrás y después de unos cuantos achuchones cayó al suelo. Llevé la mano a su entrepierna y la humedad empapó mis dedos; Sandra ya no disimilaba los suspiros placenteros. –Me vas a volver loca, murmuró. –Cierra los ojos, le dije, y continué besándola y acariciándola durante un rato. Luego arrimé una silla a la pared, la conduje de la mano y la ayudé a sentarse. –¿Qué vas a hacer? –Nada raro, tranquilízate, no pienses. Mantenía la cabeza erguida, expectante. Los pechos firmes con los pezones erectos, provocadores; ...
    ... los muslos ligeramente separados me permitían ver el monte de Venus y el sexo abultado, atrayente. El hecho de contemplarla en aquella posición de pose y al mismo tiempo rendida, entregada, me puso a cien. Tomé el pene con la mano derecha y comencé a circundar sus pezones con la punta húmeda, babeante. Sandra suspiró profundamente, los pechos parecieron endurecerse y los pezones ganaron consistencia. Poco a poco fui aumentando el diámetro del recorrido y a cada pasada le restregaba el pezón; Sandra jadeaba, se humedecía los labios con la lengua cada poco tiempo y comenzó a removerse. –¿Quieres probar? –¿Con la boca?, preguntó a su vez ansiosa. No le contesté, me limité a acercar el glande a sus labios, rozándolos ligeramente. Un instante después sacó la lengua y tanteó con la punta. Presioné un poco y los labios rodearon el glande, luego apartó la boca, poniendo una mano bajo el pene, a modo de bandeja, y dijo: “sabe raro”. –Sólo al principio, dije, una vez que te acostumbres llegará a gustarte. Sus labios rodearon de nuevo el glande y comenzó a pasar la lengua a su alrededor, despacio, recreándose en el recorrido. La mano retrasó su posición, ahora los dedos mantenían asido el pene y restregaba el dorso contra los testículos. Presioné ligeramente y empezó a engullir, casi se había metido los diecinueve centímetros. Me estaba haciendo ver las estrellas. –Ahora eres tú quien me vuelve loco, dije. –¿Te vas a correr?, preguntó ella. –Creo que muy pronto. Cuando esté a punto, te ...
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