Satanica
Fecha: 22/11/2018,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Key-Q, Fuente: SexoSinTabues
... terreno de belcebú así teníamos que hacerlo. Y como yo ya no era tan flaquita como a los 13 ó 14, teniendo ahora mi busto y trasero desarrollados no me dio tanta vergüenza acomplejándome solo lo blanco de mi piel. Nos esperaba una mujer madura, de unos 50 años más o menos, que también estaba desnuda y era quien mantenía avivado el fuego, nos pasó unas tasas de greda y desde una jarra del mismo material nos sirvió un dulce y fuerte brebaje que evidentemente contenía un alto porcentaje de alcohol, que al ser tan azucarado pasaba suavecito por la garganta y hacía sentir un agradable calor que se disipaba desde el estómago hacia el resto del cuerpo. Con algunos tragos de aquel brebaje más el calor de la fogata no sentía frío en mi cuerpo desnudo e imagino que las demás tampoco. Entre que bebía y conversaba con las otras comensales, noté que en el establo solo habían varios chivos y una gallina. Luego comenzaron los conjuros y el lanzamiento de polvos raros al fuego, ya me sentía muy ebria pero siempre me mantenía consciente. Dibujaron una gran estrella de cinco puntas con sal en el suelo poniendo una velas grandes en cada una de ellas, mientras un grupo de 4 se dedicó a sacar los chivos uno por uno atando las cuerdas fijadas en sus cuellos a estacas que estaban distribuidas a algunos metros a la redonda del pentagrama, lo que entendí era para que no se pelearan entre ellos pues se miraban desafiantes con claras intenciones de cornearse. Pero pronto sacaron un par de cabras que ...
... supongo estaban en celo ya que todos los machos querían acercarse a ellas. Me tomó la matriarca poniéndome de rodillas en el centro y decapitando a la pobre gallina lanzó un par de conjuros derramándo la borboteante sangre sobre mí. Dio una orden en lenguas nombrando a belcebú y sacaron del establo a un chivo absolutamente negro, el que amarraron a una estaca que estaba justo al lado mío ahí en el pentagrama, me hicieron agacharme a cuatro patas apoyando codos y antebrazos poniéndome una peluda piel sobre la espalda, enseguida haciendo un par de filas tras las cabras cada una iba untando una de sus manos en la vagina de cada hembra para luego impregnar su olor en mi entrepierna y trasero, manoseando mi intimidad y hasta pasando sus dedos por entre mis labios vaginales las más atrevidas. Ya sabía para donde iba la cosa, pero el estado alcohólico en que me encontraba no me dejaba sentir temor ni rechazo y me mantenía expectante. Después de pasar tras de mí, cada una se restregaba su mano en su propia entrepierna mientras se dirijían a cada uno de los otros chivos. Una vez que pasó la última, la matriarca soltó a Belcebú (el chivo negro) y este luego de olisquearme un poco el trasero se me subió encima a tratar de hacer puntería cargando gran parte de su peso en mi espalda, hasta que sentí la húmeda punta de su pene justo en la entrada de mi vagina, que luego de entrar unos 4 centímetros me dio un puntazo muy profundo que parece entró hasta mi útero pues me dolió en el fondo y no ...