Esclava y sumisa
Fecha: 28/11/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... pudiera optar por renunciar por mi morbo inmanejable. Esta vez fui demasiado lejos! Pero las semanas pasaban, y ella seguía siempre puntual, fiel y eficiente,por más que mi lujuria también se mostraba intacta. Me fascinaba hacerla pasar vergüenza delante de los amigos de Mateo. Una vez le pedí que les muestre las tetas para que las comparen con las de sus compañeritas de escuela. Todos se babosearon. Lo menos que le dijeron fue que estaba perrísima! Algunas veces le pedía que le lleve el diario o el desayuno a mi esposo con las tetas medio salidas del corpiño, y cuando regresaba le preguntaba si le había mirado el bulto. Una vez se atrevió a decir: ¡si la tiene como su hijo, debe ser linda poronga no?! Por dentro me prendía fuego al escucharla. Aunque le di una cachetada por desubicada. A esa altura era normal que le hiciera un pete debajo de la mesa a Mateo. Solo que una de esas veces Ernesto llegó temprano, justo cuando mi niño estaba relajado viendo fútbol, con la pija en la boca de Lurdes, que no detuvo su nanadita, aúm en calzones. En cuanto vio la escena se quedó pálido. No pudo articular palabra. Pero los dos salieron corriendo mientras yo intentaba explicarle que son cosas de adolescente, que hoy todo es sexo y solo eso. Le dejé en claro que entre ellos no hay nada para aplacar su enojo, y en cuanto lo vi iluminarse otra vez le conté mi sueño. Creí que se lo iba a tomar como a una de mis boludeces. Sin embargo dijo que si fuese por él le manosearía las tetas todos ...
... los días. Lejos de ponerme celosa me lo trancé diciéndole que quería verlo actuar, y que no dude en dejarse mamar la pija por ella, si se presentaba la ocasión. Algunas noches cogimos imaginándonos a la pendeja entre nosotros, y él acababa como un condenado cada vez que yo le prometía que le iba a chupar la concha mientras él le hacía la cola. Este año le hicimos un asadito para que celebre sus 19 añitos. Por desgracia, casi no tenía familia, por lo que siempre nos juraba que nos sentía como tal. Esa noche Ernesto le dio tanta cerveza que todo lo que le preguntabas ella te lo respondía. Mateo quiso saber si tení la colita virgen, y ella dijo que no. Yo la reté porque se mandó un flor de eructo, y al cuarto o quinto Ernesto le volcó un vaso de birra en la remera. No le quedó otra que sacársela y quedarse en corpiño. Mateo estaba medio grogui por un porrito que compartió con Elías, su mejor amigo. Pero ambos se le pegaron como dos moscas, uno a cada lado, y Luly comenzó a pajearlos encima de la ropa, con los ojitos brillantes y los jadeos al rojo vivo. ¡uuuuy, pijas de varones calentitos, qué rico!, se expresó, al tiempo que yo de los nervios estrellaba una copa en el suelo. ¡bueno bueno, pero vos te la comés toda o sos puro bblablá nena?!, averiguó Ernesto. ¡Hasta que no me dan la lechita no dejo de mamarla, porque soy re cochina, como la patrona quiere, no doña?!, dijo dirigiéndome una mirada tierna. ¡bueno, sacala Elías, que quiero ver cómo te tira la goma!, dijo Ernesto, y el ...