1. Chantaje a Ana


    Fecha: 01/12/2018, Categorías: Dominación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vista Jaime prestaría más atención. Eran armas de mujer. Entonces insistió que tenía que ver la casa, que iría mañana y que ahora me acompañaría a casa para saber mi dirección. Nos levantamos y salimos. Antes me invitó a tomar una copa, cosa que acepté pensando que cuanto más me relacionara con él, mejor sería para la solución del problema. Mientras estábamos en el bar no podía quitarme de la cabeza aquella hermosa mujer. La miraba de arriba abajo analizándole todos sus encantos. -¿Cómo pudo el idiota de mi amigo Carlos encontrar una mujer de tal calibre?-. Su culito era redondo y estaba bien situado, por lo que no fue difícil imaginármelo sin braguitas. De la misma manera, sus senos, que se remarcaban en el vestido, se me antojaron bien formados, firmes, con hermosos pezones que se endurecerían nada más tocarlos. Pero lo que más me gustó fueron sus labios carnosos, sensuales, perfectos para abrazar pollas. Ante tanto derroche de fantasía mi polla se estaba empalmando de una manera bestial, por lo que decidí de sentarnos para que no lo notara. La conversación fue amena. Ella pretendía ser amable. Se llevaba el dedo a su barbilla y se tocaba los labios en un afán de querer entender mejor las cosas, cosa que volvía a excitarme. Lo mismo que su mirada penetrante, como queriendo algo más. Una de las veces me levanté y al pasar detrás de ella me llevé una grata sorpresa al comprobar que por su espalda sobresalía del pantalón las braguitas. No perdí detalle de sus encajes. Jaime ...
    ... resultó ser amable. Insistió en acompañarme a casa, a lo que accedí encantada. Vivía a pocos kilómetros de la ciudad y mi vida transcurría en el ámbito de mis obligaciones caseras, y como no tenía familia nadie debía esperarme. Era el primer hombre que me acompañaba a casa desde que murió Carlos. Él me abrió la puerta para montarme en el coche y esperó a que me sentara. En ese momento, al abrir las piernas, mis braguitas quedaron a la vista, cosa que a Jaime no se le paso por alto. En el trayecto de nuevo le rogué por la necesidad que tenía de solucionar el problema. El se mostró muy interesado. Quedamos que al día siguiente se pasaría por casa para terminar de comprobar la documentación. Cuando llegamos a su casa me apresuré a abrirle la puerta. Sabía que al apearse me mostraría de nuevo sus braguitas. Y así ocurrió pero esta vez, cuando salí de mi letargo comprobé que ella me miraba a los ojos. Se había dado cuenta de mi artimaña y sin embargo no le importó. Nos despedimos con un beso en la mejilla quedando para el día siguiente. Se me hizo la boca agua cuando la vi alejarse de espaldas, con ese hermoso culito. De regreso a casa mi mente se puso a pensar en la situación. Tenía en mis manos a una mujer que estaba buenísima, sola y desamparada, con meses de inactividad sexual, que además lo único que había conseguido era que estuviera empalmado toda la mañana. Prácticamente la tenía en mis manos y por otro lado, a Marta, mi mujer, que era bisexual, seguro que le encantaría ...
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