La mujer del disidente (06) El reconocimiento médico
Fecha: 08/12/2018,
Categorías:
Voyerismo
Dominación
Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos
... salir un chorrillo. Al principio era un hilillo, pero después llenó el bote, y no pudiendo contener el resto de la orina la derramó, mojándose las manos y el vestido, y encharcando el suelo. Cuando terminó extendió el bote al doctor, quién manifestó su repugnancia al estar impregnado de orina, pero aun así lo cogió con su mano enguantada y lo cerró con un tapón. -Por supuesto que esto no lo vas a dejar así -le dijo el guardia-. Límpialo con el trapo que tienes entre las manos. Amalia se agachó y limpió la orina con su vestido. -Limpia también eso -le dijo el guardia señalando con la bota el semen que había expulsado el chico-. Amalia también lo limpió. -Ahora ponte los zapatos y vístete, que volvemos a la celda -le instó el guardia, extendiéndole primero un zapato y luego otro-. Amalia se calzó cada zapato según se lo entregó el guardia y con apremió se quiso volver a poner el tanga, pero con los zapatos de tacón y las manos esposadas se le hacía difícil. -Vamos que no tengo toda la mañana -le advirtió el guardia-. Con el guardia apremiándola, Amalia se puso aún más nerviosa, y no atinaba a meterse el tanga por la otra pierna, con lo que el guardia se impacientó. -Ya está bien -dijo-. ¿Te estás riendo de mi? Amalia justo en ese instante consiguió meter la otra pierna, pero el guardia la agarró por las esposas y empezó a tirar de ella sacándola de la habitación. Con las bragas en los tobillos avanzaba a trompicones por el pasillo, a punto de caer. -Sube por la escalera -le ...
... ordenó, soltándola-. Amalia empezó a subir con las bragas bajadas, y ya oía el jaleo de los presos en el piso de arriba. Como no quería subir así, aprovechó el descansillo para rápidamente agacharse y agarrar el tanga, subiéndoselo en el siguiente tramo de las escaleras. Justo llegó a la planta superior con el tanga en su sitio, pero el vestido por fuera, en sus muñecas, con lo que según avanzaba frente a las celdas, los presos que la noche anterior ya le habían visto una teta, ahora la estaban viendo en tanga y con las tetas al aire. Al llegar a una de las compuertas con barrotes que dividían la galería, se toparon con que estaba cerrada, seguramente adrede. Los presos disfrutaron ese momento mirándola, mientras el guardia la dejó allí a ella sola en lo que supuestamente iba a por la llave. Afortunadamente para ella, todos los presos se encontraban en sus celdas, con lo que no pudieron hacerle nada, tan solo disfrutar visualmente de su humillación. En lo que el guardia volvió, Amalia consiguió colocarse de nuevo el vestido, pero estaba asqueroso, con lo que la sensación le era muy incómoda. Aun así, prefería estar vestida frente a todos aquellos hombres. Al poco volvió el guardia y por fin la dirigió de nuevo a su celda. Allí permaneció sentada en su catre hasta que a las doce apareció de nuevo el guardia y le trajo una bandeja con un caldo, un filete con patatas y una manzana. -Aquí te traigo el almuerzo -le dijo-. Coge fuerzas que a la tarde tenemos un trabajillo para ti. El ...