1. Amatista -6


    Fecha: 13/12/2018, Categorías: Dominación Autor: perrofiel, Fuente: CuentoRelatos

    ... Hace un nudo con la cuerda en el eje que soporta el asiento de la silla y fija la cuerda en el bajo del otro extremo de la mesa, para que pase desapercibida desde la entrada, a la vez que estira un pelin más, dejando la pollita aún mas alargada, a la vez que más fino recto el tallo, - Señora, salgo a comprar la comida -. Dejo a la maricona de flor bien sujeta - termina diciendo antes de salir, mostrando una sonrisa de casi desprecio, algo burlona y satisfacción por verme así, tan bajo, han humillado, vejado. - Bueno flor, estás muy guapa así. Como una flor de verdad, bien plantada, inmóvil, ofrecida y expuesta, para mi, la primera, y para la galería después. Lo están pasando genial. Llevas camino de ser la mejor, aunque eso es porque no quiero participe - hace una breve pausa -. Te dejo un ratito, tengo cosas que hacer y tengo a ganso esperando. Que lo pases bien y ya sabes, a pensar en lo que eres, en cómo estás, como te pueden ver también ahí, en cuánto te gusta y a quién debes y ofreces todo. Hasta luego, flor. Ha pasado un buen rato. He comido macarrones sin usar las manos, con salsa carbonara, laura sentada al otro lado de la mesa, con la misma comida, con la diferencia de que ella sí que ha usado tenedor, mirando fíjamente lo bajo que he caido, la postura en la que estoy, transformado en un marica, enseñando el escote constántemente al bajar y subir constantemente la cabeza al plato de comida, llena la cara de la salsa blanca que acompaña a la pasta. He oido cómo me ...
    ... decía cosas que me hacían sentir más denigrado, más bajo aún. Se ha mostrado libre de movimientos, al menos durante ese rato, ha bebido agua en un vaso, se ha mostrado altiva, miradas frías, provocadoras, de desprecio por tener un jefe "tan femenina". Hasta que cinco minutos antes de que volviera nuestra compañera lo ha recogido todo y se ha sentado en su silla, dejándome expuesto, sin poderme mover por tener la pollita cogida, estirada de forma que me impide cualquier movimiento con la silla. Tiemblo de nervios, de miedo incluso, seguro de que tiene toda la tarde para descubrir lo marica y humillado que está su jefe. No puedo quitar las cuerdas, la del cajón están lo suficientemente retirada como para no llegar a él, las que la sujeta a la parte baja de la mesa, inaccesibles por lo ocultas que están sujetas a la silla. Aunque podría quitarlas de la pollita. Pero sé que eso no le gustaría a Usted, mi Ama. Y la verdad, noto que tampoco quiero hacerlo. Desde la entrada al despacho solo se ve desde cintura para arriba, cosa que me tranquila, solo un poco, pero me tranquiliza. Eso sí, los pechos se adivinan perfectamente, dejando a la vista en canalillo del sujetador. Mi compañera pasa un par de veces delante de la puerta, mirándome de reojo, con gestos de asombro, de incomprensión. Suena el telefóno y no consigo llegar hasta donde está. No me había dado cuenta de que no está a mi alcance. Para de sonar, por fin. Pero ocurre algo peor. Allí está, entrando en el despacho, preguntando ...
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