1. Luisa y Joaquín la vuelven a la liar en la residencia


    Fecha: 17/12/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    ... que hacer horas extras, porque una compañera se había puesto mala y tendría que cubrir su turno. Se puso un poco borde porque no podría verme esa noche y porque había pensado en salir por ahí a cenar. Yo le dije que ya se lo compensaría otro día y él se quedó en principio tranquilo. Nos despedimos y yo seguí con mi trabajo. Cuando le llevé la merienda a Joaquín, me dijo que también tendría que darle una satisfacción a sus amigos. -¿A todos? -Si, a los cuatro, a los pobres les quedan 2 telediarios como mucho. Yo le dije que no tuviera prisa, que primero me lo follaría a él y luego ya veríamos. Llegó la noche y las dos chicas que quedábamos, nos dispusimos a acostar a los pocos que aún quedaban en el salón. Solo estábamos dos por la noche, con el médico de guardia y un par de empleados, más el vigilante. Yo le cambié a mi compañera a Joaquín, ya que le tocaba subirlo a ella y no a mí y evidentemente, con la otra no haría nada, él quería mandanga conmigo, y yo porque negarlo, también. Subimos en el ascensor y le dije a mi compañera que me demoraría un poco, porque ya terminaba mi turno y quería hablar tranquilamente con mi novio antes de llegar a casa. Ella me dio las buenas noches y nos despedimos hasta el día siguiente, con lo que me libré de ella y metí a Joaquín en su habitación y nos dispusimos a dar rienda suelta a nuestra lujuria. Puse la silla de ruedas pegada a la puerta, como intentando atrancarla. Las puertas evidentemente no tenían cerrojo por lo que pudiera pasar ...
    ... y si ocurría algo, entrar rápidamente. Así, si alguien intentaba entrar, al menos no podría hacerlo inmediatamente y podríamos dejar de hacer lo que estuviéramos haciendo. Joaquín estaba frente a mí sonriendo y se acercó y me besó en la boca. Todavía no lo había hecho y la verdad es que no me importó. Nuestras lenguas se enredaron y no me dio asco ni nada, ser besada por un viejo. ¿Que importaba, si había tenido su polla rugosa en mi boca? Su lengua era mejor aún. Le bajé los pantalones y los calzoncillos y su polla salió como a presión de dentro de ellos. Apuntaba hacia a mi como un mástil. Me quité la bata lentamente mientras la miraba y luego me quité la blusa y la falda, quedándome en ropa interior. Me agaché y comencé a chupársela. Subía y bajaba dentro de mi boca. Joaquín gemía y gemía. Le tenía a mi merced. Me tocó entonces el culo y me pidió que me quitase ya las bragas y el sujetador. Obedecí. Me agaché frente a él y procedió a masturbarme. Sus dedos acariciaban mis labios, me humedecí enseguida. Con su dedo índice, húmedo de mis fluidos, acarició mi clítoris. Me dio tal placer, que acabe sentada de culo. No podía mantenerme en cuclillas. El siguió masturbándome, también sentado en el suelo, hasta que tuve un orgasmo. Me mordí los dedos para reprimir mis gemidos. Cuando me recuperé, le tumbe en el suelo y me senté sobre él, clavándome su verga en mi coño. Comenzamos a movernos a la vez. Mientras yo le cabalgaba, el me empujaba con su polla. Así conseguimos un ritmo ...