1. Mi hermosa tía


    Fecha: 20/12/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pasión, mis manos recorrieron todo su cuerpo, sus manos acariciaban mis cabellos con una ternura que me conmovió; sin decir nada y de forma repentina, se separó de mi, obviamente me extrañé, se levantó, tomó algún tipo de prenda del suelo y camino hasta una lámpara que había en la habitación, la acomodó por encima de la misma y accionó el interruptor, una luz muy tenue apareció, la habitación se iluminó un poco y pude al fin mirarla completamente desnuda, creo que no fue algo que tuviéramos preparado, más bien quiero suponer que un momento antes de hacer todo aquello se le vino a la mente que jamás la había visto completamente encuerada, y dentro de mi se lo agradecí. Cómo reaccionarían si la mujer soñada, esa que en varias ocasiones observaron vestida pero que la mayor parte del tiempo la desnudaban con la mirada, imaginando cómo sería su cuerpo si nada cubriéndolo, apareciera de pronto desnuda y perfectamente bien iluminada. Ciertamente esa visión estimula y excita a cualquiera, pues eso mismo me ocurrió. No lo podía creer, ahora sí, sin ventana ni braguita de por medio, ahí estaba mi tía, mostrándome cada parte de su cuerpo, entrecruzando las manos por la espalda, vi ese hermoso par de senos y su bien depilado capullo, manjar de dioses. Salió de la habitación, supongo que a asearse un poco, y mientras me levanté a encender un cigarro, me quedé pensando en que esa noche se lo haría de todas formas como se pudiera. Entró de pronto, luciendo en plenitud y descaro su hermoso ...
    ... y deseable cuerpo, se recargó en el marco de la puerta como si estuviese esperando el bus, pero adoptando una postura en extremo sensual, cruzó los brazos haciendo que sus enormes chiches se apretaran una contra la otra, la vista era espectacular, la admiraba yo allí, de pie, fumando y sintiendo como mi hombría despertaba de nuevo. Ella hizo un movimiento de desaprobación con la cabeza, luego, sus ojos se centraron en el duro instrumento y se acercó a mi, con una mano tomó el cigarrillo entre sus dedos, le dio una fumada y lo apagó, al mismo tiempo que con la otra me sujetó la tranca; y así, sin apagar la luz, me tomó de la mano y me llevó de regreso a la improvisada cama en donde me acostó; hincada al lado mío, miró de nueva cuenta mi parada verga que apuntaba hacia ella, y al ver mi macanota sintió que la pucha se le mojaba por el liquido lubricante que fluía abundantemente de sus entrañas, centrándose en su vagina que ya se encontraba anhelante por ser penetrada por aquel grueso cilindro de carne palpitante y nervuda que tan rico lucía, lo que me confesaría en ese instante. Actitud que hacía ver que imploraba otra revolcada. La jalé y me recosté sobre de ella, abrió las piernas para recibir de lleno la embestida de mi garrote, incluso hasta cerró los ojos para disfrutarla plenamente al momento en que se fuera metiendo en su ser, pero yo no se la deje ir toda de un sólo golpe, como ella lo esperaba, simplemente coloque la punta de la verga a la entrada de la raja y, ayudado ...
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