Mi hermosa tía
Fecha: 20/12/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... lo propuse, a fin de cuentas ella había dicho que a su marido no le gustaban, y si era así ello significaba que a ella sí, y no tuvo inconveniente, de hecho me lo pidió por favor, así que saqué una de las mejores. Nos acomodamos de lado, ella delante de mi, la abracé y nos dispusimos a ver algo en verdad excitante. Apenas la primera escena y ya sentía cómo mi verga incrementaba su tamaño, lo que seguramente ella notó en sus nalgas; pensaba que en ese momento podría hacerla gozar hasta el desmayo, pero decidí dejar correr más la cinta hasta darme cuenta que ella estaba más que lista para lo que fuera. Tal vez habían pasado tres escenas cuando de pronto se levantó y se dirigió a la ventana, yo estaba más firme que un guardia real. Pude ver al fin su rico y tremendo culo cubierto por aquella tela delgada y transparente, era una delicia, quizá aún era virgen de salva sea la parte, ocurriéndoseme en ese instante que tal vez pudiera estrenarla y llevarla a la gloria con tan exquisito acto. Su cabello negro corto, sus brazos entrecruzados aprisionando sus tetas, su breve cintura y unas apetecibles caderas hacían del momento algo erótico; la batita llegaba hasta sus bien torneadas piernas, eso miraba cuando de pronto: Me levanté aun cuando lo conocía a la perfección, pues durante mucho tiempo lo había apreciado, cuando amanecía la luz del sol iluminaba el cielo de forma grandiosa, y comprendí que ese momento sería romántico pero, ¿amanecía?, debía darme prisa si quería completar la ...
... faena. Habló: Así lo hice, al primer contacto supe que temblaba, detrás de ella deslicé mi cara por su pelo, nuca, oídos, dejando que sintiera mi aliento. Con mi mano derecha abracé al frente de su cintura, mientras que la mano izquierda la deslizaba por su cuerpo, acariciándola con las yemas de mis dedos. Permanecimos así por un momento, con tan sublime vista, ella el paisaje y yo sus deseadas nalgas. Le di la vuelta para besar sus labios y tímidamente tocó mi miembro lanzando un suspiro, lo esperado había llegado, ese era el momento deseado, como lo había sospechado. La levanté, depositándola en la cama, me quité la bata y me recosté sobre ella y con suaves caricias y besos fui descendiendo su cuello, rozando ahora sus senos por encima de la prenda, siguiendo ruta abajo dediqué tiempo a sus costados y ombligo; recorrí su cintura. Ella sólo suspiraba y temblaba mientras repetía el ritual de pasar su lengua por sus labios y cerrar lo ojos en señal de estarlo disfrutando. La despojé como pude de su apreciable bata, y venciendo el obstáculo de su peso jalé la prenda, descubriendo por completo su delicado cuerpo, seguí besando y acariciando hasta llegar a sus pies. Viendo el efecto que causaban mi aliento y mi lengua, insistí entre sus piernas, en sus muslos, pudiendo sentir como vibraba de placer. Volteándola boca abajo, pasé por su espina dorsal y toda su espalda, y aprovechando esa posición hundí mi boca, lengua y nariz entre sus nalgas, toqué el orificio que se contraía ante ...