Depravadita
Fecha: 17/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Ahora estoy en la cama, con las manos adentro de mi bombacha blanca, frotándome la concha como una desesperada, reviviendo en mi mente todas las cagadas que me mandé hasta llegar a tener esta realidad en mi presente. Estoy embarazada de seis meses, con 19 años, sin trabajo aunque intentando cursar administración de empresa, y sin demasiadas cosas claras. Todo lo que sé es que aquella noche mi hermano y yo estábamos algo picado por el whisky, que me cargaba una calentura que no me aguantaba ni yo, y que él sólo había estado con una chica. De eso hablábamos, y él se ponía mal porque pensaba que ser ciego era un impedimento para tener relaciones sexuales. No sé si me compadecí, si fue porque le vi el pito creciendo bajo su bermuda playera, si fue porque me calentó saber que en el colegio especial al que asistió, una maestra le hizo una pajita en el baño. Me pidió que no dijera nada de ese asunto. Le prometí que no, mientras me sentaba a su lado con las gomas al aire. Me daba mucho morbo saber que no podía verme. ¡che Nico, y esa señorita, cómo fue que te hizo esa chanchada?!, le pregunté. ¡fue raro… yo entré al baño y, creo que ella estaba limpiando o algo así… cuando me bajé el pantalón pensando en que se había ido, porque cerró la puerta y me saludó, siento que me baja el calzoncillo rápido, que me agarra el pito y me dice que me quede quieto… ahí me hizo eso, y hasta lo olió!, me explicó avergonzado. ¡y nada más? Dale, contame todo nene!, lo increpé mientras me corría un ...
... poco la calza. ¡nada nena, bueno, eeemmm, me dio un beso en la puntita, y me la sacudió un poquito, ahí empezó a apretármela, a subir y bajar con su mano y, de repente se las tomó!, concluyó. ¡es una boluda esa maestra! Te dejó más caliente imagino!, le dije incomodándolo, ya con mi mano sobre su cara. ¡qué pasa Martina, estás bien?!, me preguntó cuando me hacía la que me caía sobre su hombro. ¡sí Niquito, solo que tomé mucho, y tengo calor! Vos no?!, le tartamudeé en el oído. ¡sí, creo que sí, pero, vos estás con las tetas desnudas!, dijo al tocarlas sin querer, retirando sus manos lo más rápido que pudo. ¡ey nene, no seas cagón, dale, tocalas!, le dije agarrándole la mano para avivarlo. Hasta que no lo soporté y me le senté en las piernas, poniéndole las tetas en la cara. ¡chupalas Niquito, dale pendejito, que ya vi que tenés esto re al palo!, le decía abrazando su bulto en mi mano, cuando él solo frotaba su carita en mis gomas, como no sabiendo si hacerme caso. ¡dale, mordeme los pezones, si ya sé que te gusto… no te olvides que te vi oliendo mi bombacha en el lavadero cuando mami te mandó a llevar mi ropa!, le recordé, y entonces su saliva se adhería a mi piel, sus labios rodeaban mis timbresitos, sus manos torpes por no saber cómo actuar se aferraban a mi cintura y sus gemiditos empezaban a prepararlo para mí. Le saqué la pija de su calzoncillo, lo privé de mis tetas por un rato y se las fregué en ese mástil lubricado por su propio presemen, el que seguro le hacía doler los ...