Confesión de un infiel
Fecha: 18/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Hetero
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... contraída debió de ser dolorosísimo, lo fue incluso a mí, ya que, a pesar de la lubricación, también me hizo daño. Intentaba apartarme, pero yo me agarraba a ella para evitarlo. Me pedía una y otra vez que me quitase. No le hice caso esperé un momento hasta que sus gemidos bajaron de intensidad y la saqué, produciendo más dolor y un nuevo grito, aunque no tan intenso. Volví a untarme crema y se la metí despacio al tiempo que le decía. -Siento que te haya dolido tanto. Si hubieses estado excitada, ni lo hubieses notado. Entre llantos, me dijo: -Mi madre ya me avisó de que dolía, pero no podía imaginar que tanto. -Te repito que es porque no estás excitada. Con la excitación se humedece tu interior y entra con suavidad y sin dolor. Déjame que te excite y verás como todo irá mejor. Con toda la polla en su interior y mi pelvis pegada a su coño, intenté mover mi cuerpo en movimientos circulares con los que frotaba su clítoris, y alternaba con leves movimientos atrás y adelante. Sentía mi polla ajustada. Presionada levemente por la funda de su vagina. Intenté acariciar sus pechos, incluso sobre la tela del camisón, pero me rechazó. Saqué mi polla por completo y se la volví a clavar de golpe. Un nuevo grito de dolor ablandó su resistencia, por lo que me quedé quieto y pude acceder a besarla con suavidad. Sin que ella respondiese al beso. Conseguí desabrochar su camisón, con botones hasta la cintura, y acariciar, besar y chupar sus pezones. Al tacto, tenía un buen par de tetas. No ...
... demasiado grandes pero muy bien puestas. Cuando atacaba un nuevo punto, me rechazaba, pero diciéndole “es necesario para excitarme yo”, cedía sin condiciones. Apoyado en mi cabeza, junto a la suya, y de rodillas, besaba su cuello y lóbulo de la oreja, mientras mis manos se movían entre sus pechos y agarraba su culo por los cachetes para presionarlo más contra mí. Estuve mucho rato acariciando, chupando y besando, hasta que mi trabajo dio sus frutos. No tardó mucho en gemir levemente, mientras sonaba un chapoteo en su coño. Esos gemidos aumentaron rápidamente en frecuencia e intensidad. Se mordía la mano, y la oía murmurar rezos entre medias, mientras yo seguía con mis movimientos. Sentía su creciente excitación y su afán e inútiles esfuerzos por evitarla. Su propio cuerpo la engañaba. Pasaba mis manos sobre sus pechos, rozaba y presionaba sus pezones, que se pusieron grandes y duros, sin que ella prestase atención, más pendiente de lo que sentía en su coño. Aceleré los movimientos de mi pelvis y ella me respondió con gemidos más fuertes, que crecieron y fueron aumentando hasta que se convirtieron en un solo grito pero ahora de placer. -AAAAAAHHHHH Entonces me dio un empujón y me apartó de ella, aunque ya pensaba hacerlo, porque no quería correrme dentro y aún no sabía cuándo podía utilizar un famoso método anticonceptivo del que se empezaba a hablar y del que se decía que era casi infalible: el de Ogino. Cuando me obligó a retirarme, solamente tuve que agarrar mi polla, darle ...