Las tetas de mi hermana Sonia
Fecha: 01/01/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... y ella a gemir fuerte, fuerte. Para ese momento rodeaba mi cuello con sus brazos y me besaba desesperadamente. Yo tenía mis manos en su culo y la penetraba con autoridad, con fuerza, ahora sintiéndome mucho mas seguro de no acabar rápido, con el pene duro como piedra… Quise cambiar de posición, y tenerla arriba. Rodamos, y ella, ahora como una amazona sobre mi, se corrió el pelo de la cara y pude ver su rostro… sonreía, tenia los ojos semiabiertos como quien despierta de un largo sueño, el sudor bañándole las mejillas y la frente, sus dientes blancos y, más abajo, esas dos piezas de arte, esos pechos enormes, duros, gigantescos, invitando al manoseo. Cuando empezó el sube y baja me prendí de sus tetas como quien se sujeta a un salvavidas en mitad de una tormenta marítima. La danza comenzó y Sonia se movía de maravillas, en forma circular, arriba y abajo, pero rápidamente, con una agilidad increíble. Yo no podía creer que esa leona había sido virgen como yo, minutos atrás. Sentía que mi pija llegaba al fondo, hacia tope, y salía casi completamente para desaparecer dentro de ella nuevamente. A los pocos minutos terminé de nuevo, después de varios orgasmos más de ella. Cuando sintió mi leche dentro suyo, se derramó sobre mí, agotada. -Sos un hijo de puta, me acabaste dos veces adentro. Me tenés que avisar, yo no tomo nada… -Perdoname, perdoname, decía yo, entre suspiros… no sabía, yo nunca… -¿En serio? ¿Esta fue tu primera vez? – Se había incorporado un poco y, aunque sonreía, ...
... me miraba con cara extrañada. -Si… ¿se notó mucho? -No, para nada – reconoció – me gusto. Me gustó mucho -. Se dejo caer en la cama, al lado mío. Nuestras piernas se entrecruzaban, se acariciaban, como si no pudiéramos perder el contacto demasiado tiempo. Me apoyé en un codo para verla mejor. Era mejor así, sin hablarnos, sin cuestionarnos nada. La besé, y ella respondió a mi beso con dulzura, acariciando mi pecho con su mano. Se levantó, yendo al baño. Escuché el ruido de la ducha. Recordé las veces que la había espiado bañándose y me parecía un pasaje de ensueño haberle acabado dos veces dentro hacía pocos instantes. El recuerdo del pasado inmediato hizo que se me pusiera dura de vuelta, por lo que, parándome, fui hasta la puerta del baño, que estaba abierta. Ahí estaba ella, mojada, con el pelo aplastado por el agua, y su cuerpo de hembra total como nuevo, sin rastros de lo que había pasado salvo por el color rojo intenso de sus tetones, a los que me había dedicado mucho. Sentí una excitación enorme cuando se dio vuelta y vi ese culo de fantasías como invitándome… me metí con ella a la ducha y apreté mi pija contra su trasero, haciendo fuerza, mientras con un brazo atrapaba sus enormes tetas y con la otra le agarraba las manos. Mordí su cuello, ella reía. -Dios mío, Daniel, no te cansas nunca, eh? -No, no me canso nunca, nunca me voy a cansar de vos. La presión sobre su culo aumentó, yo estaba picoteando como buscando un lugar por donde entrar. -No, ni se te ocurra que te ...