Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)
Fecha: 04/01/2019,
Categorías:
Grandes Relatos,
Dominación
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... mínimo colocaba el temido artefacto en el botón hinchado y solícito de su amante. Descubrieron con la práctica lo mucho que les excitaba a ambos. Derramaba su líquido casi en cuanto llenaba la boca de Kim. Por ello, los prolegómenos eran los pezones enhiestos, que parecían pedir las pinzas con ansiedad. Excitada por las caricias, las puntas agradecían por fin recibir un contacto humano, como contraste al lento transcurrir de las noches, encerrados en metal, al molesto roce del tejido durante el día y el constante anhelo de ser toqueteados. Agradecida, apreciando la excitación de su amante, no le importaba el dolor que sentía entre sus piernas, su clítoris impedido de responder a la pasión de sus pechos. Sabía lo mucho que suponía para Roger, lo manifiestamente agitado que estaba. Había sido la terapeuta la que le explicó el motivo: deseaba una amante genuinamente dedicada al placer de él, no como intercambio. Si su propio placer interfería en la relación debería ser anulado. En cambio, el dolor que sufría era la otra cara de la moneda. Una renuncia explícita a su propio deleite y una búsqueda incesante de dolor genuino era el camino de ser parte de la vida de su amante. Y una extraña forma de sentir otro tipo de placer. Volvían a la barra del bar o a la cena con los amigos plenamente satisfechos. Él, todavía sintiendo en los dedos la forma de los pechos, la cintura y los muslos de su amante. Ella, caliente a más no poder, el clítoris nuevamente dolorido, ahora sin ni ...
... siquiera la anhelada corriente de la pinza al ser soltada. Los pezones hinchados al máximo e imposibles de ocultar, siempre velados por una tela demasiado ligera y avergonzados por no haber sido acariciados lo suficiente. Se consumía por el deseo, debajo de las sábanas, desnuda salvo las pinzas, necesitada de las manos y del falo erguido de su amante. Un día, incapaz de dormir le llamó, suplicando que viniese. Roger le indicó que estaba acompañado. Se podía acariciar los muslos como mal menor. Muerta de envidia por la acompañante de Roger, imaginando su placer, se masturbaba los lisos muslos, agradecida de poder sentir la suavidad, tratando de sentir como su amante. Deseaba llegar a los labios verticales tan solitarios o tocarse la pinza del clítoris, algo que no tenía permitido hasta levantarse por la mañana. *__*__* La vida se aceleró para la maltratada Kim. Más exigencias, menos tiempo. Más excitación, menos descanso, aunque hallaba cierto reposo en terapia. Se le concedió el deseo de llamar por su nombre de pila a su terapeuta. Mariona consideró que más que terapia las sesiones podían considerarse una extensión de su vida sexual y le dio el certificado añorado aunque Kim seguía sin entender por qué era necesario si con una palabra de Roger hubiera bastado para dejar la terapia. Mariona le sugirió seguir con las sesiones a título particular y por su propia voluntad, si Roger estaba de acuerdo. Profundizarían sobre los estados mentales y las emociones que sentía. Si accedía, ...