1. 12 horas de hace 35 años


    Fecha: 11/01/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de medio metro de mis ojos. Habían pasado unos minutos desde que sus palabras me habían despertado y yo aún no había dicho ni hola. Quedé como hipnotizado mirando semejante aparato. Mi vista no podía dejar de mirar la tremenda polla, y él por fuerza debía darse cuenta de ello. Ninguno de los dos había cambiado de posición. De pronto y por momentos vi ante mis ojos cómo aquella polla empezaba a crecer más y más. La visión era impresionante. No perdí detalle de la transformación hasta que quedó totalmente erecta clavada en su piel bastante más arriba del ombligo. ¡Era inmensa! Muy larga y muy gorda. La más grande que jamás he visto en vivo. Los segundos o tal vez los minutos seguían pasando. Ninguno de los dos se había movido aún, solamente su polla. Ninguno de los dos decía nada. Al no mirarle a la cara, no sé siquiera qué es lo que él miraba. Yo solamente veía polla. Una presión dolorosa me hizo ser consciente de que yo también estaba completamente empalmado. Pero él no podía saberlo porque me encontraba boca abajo. En aquel momento me preguntó si me importaba dejarme poner bronceador en la piel para que no se me quemara con el sol. Mientras me lo pedía y con gran agilidad, se incorporó y corrió hacia su toalla, blandiendo su gran polla al aire. Sus bártulos estaban una veintena de metros más allá. Recogió la toalla, un libro, unas deportivas y una especie de saco de playa y volvió a buen paso hacia mi. No dejé de mirarlo mientras lo hacía, era imposible. Su pollón ...
    ... completamente erecto cimbreaba rítmicamente con su andar como si de un diapasón gigante se tratara. Su andar era ágil y elegante, muy masculino, nada amanerado. En un instante estaba de nuevo a mi lado estirando su toalla al lado de la mía. Se arrodilló en ella con un frasco de bronceador en la mano listo para esparcir crema. Fue todo tan rápido y yo estaba tan atontado que no podía ni hablar. Tal vez fue el cansancio acumulado de tantos días de juerga... tal vez el sueño... tal vez el calor... pero fui incapaz de hacer o decir nada. Di un respingo al sentir la fría crema en mi espalda y en mis hombros, pero la suave caricia de sus dedos esparciéndola muy despacio, me hizo relajar de nuevo. Sus manos bajaron lentamente hasta llegar al límite de mis nalgas. Y volví a sentir la fría sensación de la crema en mis tobillos y en mis muslos y sus manos acariciantes esparciéndola como antes piernas arriba hasta llegar a la parte baja de mis nalgas. Instintivamente separé mis piernas cuanto pude para sentir su caricia entre mis muslos. Fue una caricia muy larga. Noté cómo acariciaba mis nalgas, rozaba y masajeaba mi ano y sus dedos se perdían en mi entrepierna. Mi polla se clavaba en la toalla y ésta en la arena. La presión era dolorosa. Levanté mi culo para que su caricia pudiera ir aún más lejos y él empezó a acariciar mis huevos y la base de mi inflamada polla. El placer era máximo, no recordaba haber sentido aquel grado de excitación tan grande durante tanto tiempo. Podía haber transcurrido ...
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