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12 horas de hace 35 años
Fecha: 11/01/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dejar nunca de masturbarnos. Me volvían loco el gusto y las sensaciones que sentía. Hasta que por propia iniciativa mi lengua franqueó sus labios iniciando un interminable y apasionado beso con el que me volví a correr, entre espasmos y gemidos, instantes antes de que lo hiciera él. Nos abrazamos con fuerza mientras nuestras lenguas seguían luchando en inacabable beso. Pasados esos incontables minutos de pasión extrema, nos miramos y sonreímos. Seguíamos mudos, sin decir nada. Nos encaminamos hacia la orilla. Lo hacíamos cogidos de la mano. Mientras salíamos del agua, volví a mirar la playa de punta a punta. Seguía absolutamente desierta, toda para nosotros. Miré mi reloj y eran las 18’00 horas. ¡No podía creerlo! Hacía más de tres horas que estaba haciendo el amor con un hombre absolutamente desconocido, a plena luz del día y en una playa, al cual aún no había dirigido ni una sola palabra y con el que había sentido el mayor placer de mi aún corta trayectoria sexual. Ninguna chica me había hecho sentir nunca lo que en aquel espacio de tiempo me había hecho sentir él. El colmo de mis desconcertados pensamientos era notar que salíamos del agua cogidos de la mano. ¡Aún no podía creer qué me estaba ocurriendo! Llegamos a las toallas sin soltar nuestras manos. Entonces me preguntó cuál era mi nombre y fue cuando por primera vez le dirigí la palabra. Él se llamaba José Luis y era de Granada. Separado pero no divorciado y vuelto a juntar con otra mujer. Sin hijos. Estuvimos un buen ...
... rato hablando y conociéndonos de un modo muy distendido mientras nuestras manos seguían jugando entre ellas casi sin darnos cuenta de ello. Allí tumbados bajo un sol cada vez más bajo frente a frente sobre nuestras respectivas toallas. Nos acariciábamos, nos tocábamos. Mis dedos jugaban con el poco vello de su fornido pecho o reseguían de tanto en tanto la línea de sus labios. Él me los chupó como si de mi polla se tratara. Y entre la charla y los tocamientos tan sensuales, mi polla volvió a crecer mientras él la acariciaba con suavidad. Alargué mi mano hacia su flácida pero hermosísima polla que con sus grandes huevos reposaba inerte sobre su muslo. Volví a sentirla entre mis dedos, qué grande era a pesar de estar en "reposo". Mi mano notaba su peso. Y el hecho de sentirla de nuevo me excitó sobremanera. Le besé de nuevo en los labios mientras nuestras manos no dejaban de acariciar nuestras pollas. Él se deshizo de mí y se agacho sobre mi polla. Sus labios y sus dedos empezaron a jugar de nuevo con ella. Su lengua me producía espasmos de placer que yo quise corresponder. Giré mi cuerpo sin que él dejara de chuparme y acerqué mi cara a su polla. Nunca había hecho nada parecido con un hombre. Todo aquella tarde era nuevo para mí, pero... sentía necesidad de hacerlo. Me recreé viendo la inmensidad inerte de aquella polla a escasos centímetros. Realmente era hermosa. Mi nariz olió su piel y cosquilleó con su poco vello castaño y canoso. Lamí la piel salada de su tallo. Humedecí ...