Claudia, del voyeurismo al bisexualismo (Parte I)
Fecha: 14/01/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: MilkyQueen, Fuente: SexoSinTabues
... hecho, el día siguiente como a las cinco o seis de la tarde pasó Laura por mí. Iba en una camioneta blanca, y atrás iban Berenice y Claudia. Laura bajó y tocó el timbre de mi casa, y mi mamá salió corriendo de inmediato. Yo salí a rastras, y muy a mi pesar, con una mochila pequeña para cambiarme en la sesión de ballet. Laura me dijo que no me sintiera mal, que tal vez el ballet me gustaría, y abrió la puerta trasera de la camioneta. Y ahí conocí a Claudia por primera vez. Llevaba una blusa negra escotada y su cabello recogido en media coleta, con una minifalda que le ceñía la cintura de manera muy sensual. Debajo llevaba unas medias negras un poco transparentes y zapatos de piso. Iba masticando una goma de mascar y me sonrió y me ayudó a subir. Yo me quedé embobada y mi madre y Laura se rieron, pensando que me había quedado helada al ver lo grande que era la camioneta. Hasta mucho después comprendí que la que me había impresionado había sido Claudia. Durante el trayecto Berenice preparaba sus cosas y Claudia hablaba conmigo, quizás porque notó mi berrinche al no querer ir. Admito que no le prestaba mucha atención, y varias veces miré su precioso escote y su piel morena. Aunque pequeña, sentía un cosquilleo agradable en mi sexo cada vez que la veía ahí, tan sensual y segura. Llegamos a la clase y Claudia me presentó con la maestra. Era bonita y muy joven, apenas unos años mayor que Claudia, y me recibió con mucha alegría. Nos dio la indicación a todas de que nos cambiáramos ...
... y fuimos a los vestidores. Yo me puse el conjunto de licra rosa, a pesar de que odiaba el rosa, mis medias y mis zapatillas. Realmente parecía una princesita. En cuanto Claudia salió con el traje de ballet, me dio un vuelco el corazón. Su leotardo era negro y también tenía escote, y caía aún más por sus pesadas y grandes tetas. Su cintura se marcaba más por las curvaturas de la entrepierna y las medias marcaban sus muslos anchos y firmes. Era realmente un Cisne Negro que desbordaba pasión y sexualidad por donde se le veía. Así pues nos separamos, ya que las niñas “pequeñas” hacíamos un grupo y las chicas de 13 años en adelante hacían otro. Yo hacía mis ejercicios tal cual me decía la maestra, pero sin quitarle los ojos de encima a Claudia. La maestra pensó que estaba mirando hacia el espejo que teníamos enfrente y me llamó la atención varias veces. Sin embargo, mi atención iba dirigida totalmente hacia Claudia. Ver cómo se movía, cómo bamboleaban sus tetas con la melodía, cómo subía los brazos y meneaba las caderas y los pies al ritmo de la canción clásica, ella era la encarnación de la lujuria en esos momentos. No pude quitarme su imagen de la cabeza en toda la clase. Terminó la sesión de ese día y todas estábamos exhaustas y sudorosas. Claudia se acercó a ofrecerme agua para tomar y cuando se agachó a darme la botella, pude ver sus tetas colgando, y podría asegurar que miré uno de sus pezones, oscuros y deliciosos como de chocolate. No sabía qué hacer y me quedé callada, ...