1. El amante de Mohamed Alí


    Fecha: 18/01/2019, Categorías: BDSM Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... Algunos firmados. Ahí, en el armario. Fuimos al otro lado de la lona, a un armario de madera. Felipe lo abrió y me mostró un arsenal de relucientes guantes. - ¿Quieres luchar conmigo? - ¿Que dices? ¿Estás loca? No pienso. - Venga, hazme ese favor, pelea conmigo. - Ni hablar. ¿Y si te hago daño? Esa típica actitud machista me cabreó. ¿Por qué tenía que hacerme daño a mí y no yo a él? ¿Porque yo era el sexo débil? Actué en correspondencia: herir su ego de varón condescendiente. - Eso es asunto mío. ¿O es que tienes miedo de boxear con una mujer, machito de mierda? Me había pasado un pelín. Felipe, como siempre inmutable a mis salidas de tono. Ya débilmente replicó: - ¿Y cuándo terminaremos los temas? - ¿Eso es un sí? Dije por toda respuesta. Levantó los hombros, como diciendo: está bien; si tú quieres... Me dio a probar unos guantes, y otros, y otros, hasta que encontré el par adecuado. Él hizo lo mismo. Entramos en el cuadrilátero descalzos. Llevábamos ropas de baño; él un meyba, yo mi bikini negro. - ¿Alguna norma? Pregunté. Volvió a levantar los hombros, como diciendo: tú misma. Fui prudente: - Prohibidas las patadas y pegar a la cabeza, sobre todo a la cara ¿OK? Asintió con la cabeza. Empezó la pelea. Felipe se colocó en plan figurín como si la cosa fuera de veras. A pesar de que probablemente había cruzado algunos asaltos con su padre o abuelo, yo tenía todas las de ganar. Por una parte era zurdo. Y como todos los zurdos, la derecha la usaba solo para mover las manecillas ...
    ... del limpiaparabrisas y lucir, en su caso, un Rólex, así que solo tenía que protegerme con mi propia diestra a la altura de mi pecho y parar sus golpes con mi antebrazo. Y esperar la ocasión de meter mi izquierda. Otra ventaja, yo era más alta que él, y mis pechos, su objetivo prioritario con toda seguridad, le quedaban altos. Y por fin, y lo definitivo: su carácter poco combativo frente a una tía rabiosa contra el mundo, como era yo en ese momento. Me lanzó tres zurdazos que paré sin dificultad. Un cuarto intentó darme en mi estómago. Un quinto. Todos en vano. El tío daba saltitos mientras yo permanecía al acecho, casi estática. Cuando lo intentó por sexta vez, siempre con su derecha, la aparté hacia fuera. Estaba al descubierto. Con toda mi rabia le di en el pecho. Como no reaccionó volví a darle con mi derecha también en su pecho. Cayó hacia atrás a las cuerdas, quedando inmóvil. Yo no le perseguí. - ¿Estas bien? - Sí, sí. Y volvió al centro todavía haciendo la figura. Ya no saltaba. Se había vuelto más cauto. Para despistar, sin apartar mi derecha de mi pecho lo ataqué con mi izquierda. El muy tonto, en lugar de defenderse con su derecha lo hacía con su brazo bueno, lo que dejaba su costado al descubierto. Así que lo intenté de nuevo otras tres veces para engañarle hasta que llegó la ocasión. Mi derecha le dio con toda mi fuerza en su costillar debajo de su axila. Quedó sin respiración hecho un ovillo pero sin caer. Yo estaba furibunda y me lancé al cuerpo a cuerpo. Felipe ...
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