El amante de Mohamed Alí
Fecha: 18/01/2019,
Categorías:
BDSM
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
... se protegía de forma ortodoxa su cuerpo con ambos brazos mientras yo le atizaba a sus laterales hecha una posesa sin precaución alguna. No hacía falta. - Basta, basta. Por favor. Tuve la suficiente conciencia para parar instantáneamente. - ¿Quieres dejarlo? Su orgullo varonil estaba en juego. Hizo unas profundas aspiraciones levantando los brazos. Tenía enrojecido todo el tórax. - Venga. Y volvió a la carga. Estaba debilitado. Yo le había pegado fuerte, sin contemplaciones. Cambió de táctica. Volvió a lanzar su izquierda pero más abajo, buscando mi abdomen para que no pudiera abrir hueco, mientras mantenía su poco diestra derecha pegada a su pecho. Me descuidé. Con su mano mala alcanzó mi estómago en un uno-dos cuando paraba un zurdazo. Con renovadas fuerzas alcanzó mi pecho izquierdo, afortunadamente no de lleno pero me dolió. Y mucho. Como pude me separé. La cosa volvió a equilibrarse. Lo volvió a intentar pero esta vez lo estaba esperando. Cuando paré, esta vez sí, su derecha, dejó de nuevo su pecho sin guardia. Hecha una furia le di. De lleno. Dejó caer sus brazos. Volví a hacerlo otra vez. Me ensañé de nuevo. - Para, para. Inés para. Y cayó al suelo gimiendo. Yo estaba de pie. Mirándolo. Esperándolo desafiante. Felipe respiraba trabajosamente. Al fin reaccioné. Me quité los guantes y me agaché a ayudarle. Por fin se incorporó. Sin resuello. - Vamos a la piscina. Todavía no entiendo como pudimos estudiar esa tarde-noche. Mi fuego interior, lejos de apagarse estaba más ...
... vivo que nunca. Apenas podía concentrarme. Felipe llevaba todo su torso violáceo. Debía sufrir lo suyo con la camiseta puesta pero no se la quitó. El castigo era para él no solo físico sino moral. Estudiaba en silencio sin abrir la boca. Decidimos dejarlo sobre las cuatro. No podía dormir, así que bajé a darme un chapuzón. Tumbada sobre la hamaca, mirando las estrellas me masturbé. Me dormí. Aterida de frío desperté a las siete y me subí a la cama. Volví a dormirme. Habíamos quedado a las 10 como tarde pero pude levantarme con mucho esfuerzo a las 12. Cuando bajé Felipe aún estaba en su habitación. Yo ya empezaba a preocuparme cuando apareció. - ¿Cómo estás? - Bien. Contestó lacónicamente. No insistí. Desayunamos en silencio los dos solos. Al terminar me preguntó: - ¿Qué quieres hacer? Me pareció una pregunta estúpida. Aunque estaba más tranquila y, ¿por qué no decirlo?, arrepentida por mi comportamiento egoísta hacia un inocente, saqué de nuevo mi vena más insoportable y contesté con sarcasmo: - Pues quisiera estar en la piscina hasta las mil. Y mientras que me sirvieran la comida: cervecita helada, ensalada de bogavante, lubina a la brasas, con un postre de fresas con nata, café y un cigarrito mentolado. Hacer la siesta en la hamaca, y otra vez a poner la barriga al sol. Y para finalizar que Robert Redford me coma el coño. Esto es lo que quiero hacer. Se levantó y se fue. Me quedé con las manos en mi nuca, hecha polvo por mi estupidez. Me puse a llorar. Con los ojos húmedos ...