El amante de Mohamed Alí
Fecha: 18/01/2019,
Categorías:
BDSM
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
... no es su nombre pero así lo conoceremos) lo llevaba como cagallón por acequia. El tío era muy pacífico, me lo aguantaba todo y se dejaba manejar a mi antojo, no como mi J, un tío ingobernable. Inevitablemente tuvimos la primera y seria crisis de pareja: J y yo decidimos dejarlo estar por un tiempo a ver qué pasaba. A pesar de que yo estaba casi convencida de que se trataba solamente de un paréntesis, necesario al menos para mí, nunca se sabe cómo terminan estas cosas por lo que yo estaba bastante hecha polvo. Gracias a mi capacidad de concentración esta situación no afectó demasiado a mi tarea prioritaria, las oposiciones, pero sí me volvió, si cabe, todavía más insoportable. Felipe era mi paño de lágrimas, y la víctima de mis cruces de cables, con las inevitables salidas de madre. Era una esponja. Lo asimilaba todo sin perder la compostura. Íbamos a entrar en agosto. Como los fines de semana habían dejado de tener sentido para mí, se habían incorporado a mi quehacer diario. No para Felipe, al que no volvía a ver desde el sábado a las 8 de la mañana hasta el domingo a las doce de la noche, tiempo que pasaba con sus padres en su finca cercana a la ciudad. El mismo día uno me comunicó que su casa de campo estaba vacía ya que su familia se había largado a Jávea a pasar todo el mes. - Lo digo por el calor. Y es que mi piso era un horno. Por pudor no estudiaba en bragas. Mi camiseta acababa empapada de sudor. Tanto era así que me la cambiaba a media sesión ya que se pegaba ...
... totalmente a mi cuerpo y me hacía parecer una de esas fotos del Intervíu, con modelos bajo la ducha. Las miradas huidizas pero no por ello inocentes de Felipe me servían de aviso. A él no parecía afectarle tanto el calor, pues solo las axilas de su sempiterno polo de Lacoste denotaban sudor. Pero yo siempre esperaba una llamada de mi madre cada noche, y tenía la esperanza de que más pronto o más tarde llegaría la de mi novio... en stand-by. Pero esta última no llegaba, así que acordamos continuar en el piso, y pasar los fines de semana en la finca familiar de Bétera. Cuando acabó la clase del viernes yo ya llevaba una bolsa con lo indispensable: ropa interior de recambio, bolsa de aseo, bikini, toalla, chancletas y un par de camisetas. Felipe tenía allí de todo por triplicado, así que a las 10 y cinco de la noche la casera nos abría la inmensa puerta de forja. Aquello era un palacete un tanto hortera, con barrocas forjas metálicas, baldosines bicolores y tejados de cerámica vidriada. Parecía sacado de una novela de Blasco Ibáñez, con sus jardines, piscina, frontón, pabellón de juegos, caballerizas, y una inmensidad de naranjos alrededor, con sus correspondientes dependencias de laboreo. Allí vivía todo el año un matrimonio de Cuenca en una casa separada que para sí quisieran muchos urbanitas. Él se encargaba del campo y ella limpiaba y cocinaba. Todos los días varias personas a jornal colaboraban en mantener la finca en plena producción y en perfecto estado de revista. Que la ...