1. Ahora me toca a mí


    Fecha: 20/10/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... los dos a la vez. Como era de esperarse, Sandra recostó al negrote de espaldas y se colocó sobre él, con a punta de esa vergota en la entrada de su vagina. Como sabiendo lo que se iba a ensartar, inició en descenso en cámara lenta, poco a poquito, hasta que tuvo casi la mitad dentro. Allí, sin apresuramientos, se aplicó a subir y bajar, siempre cuidando de no meterse más de las cinco o seis pulgadas que ya tenía dentro. Así estuvo un par de minutos hasta que, de pronto, se dejó caer totalmente sobre él y el tronco desapareció totalmente. El quejido que mi Sandra dio en ese momento jamás se lo había yo escuchado. Fue una mezcla de dolor insoportable, pero a la vez una satisfacción esperada por largo tiempo. Simón la tomó por las caderas y comenzó a subirla y bajarla con ritmo que se acompasaba a los quejidos de Sandra. Yo la conozco perfectamente bien y sé, por los rictus de su cara, que por lo menos fueron cinco o seis orgasmos los que tuvo en esa posición. Quién sabe cuántos había tenido antes cuando le estuvo mamando la verga a Simón, ni los que habría tenido durante el "69". La entrada y salida de ese enorme tronco sobre el agujero húmedo de Sandra me hacían temer que, después de esa tremenda cogida, mi verga nunca más le produciría satisfacción. Pero allí no acabó todo. Simón decidió que era hora de que le entregara su leche y cambió la posición. La puso en cuatro patas, con la mirada hacia la ventana, de modo que la mirada de Sandra me descubrió en mi escondite. Solo ...
    ... cerró los ojos y continuó entregada a su amante. Aquel enorme falo se veía ahora más impresionante que antes. Totalmente erecto, ligeramente levantado hacia arriba y con una curva hacia la izquierda. Se notaba la excitación de Simón a juzgar por las palpitaciones de su verga, cuya punta tomó con una mano y la dirigió a la vagina de Sandra. Ahora sí no hubo contemplaciones. De un solo golpe se la dejó ir toda, produciendo en ella un gemido que me hizo saber que era presa total de la pasión. Simón ya estaba en lo suyo, un par de minutos de penetrarla por detrás fueron suficientes para hacerlo llegar al climax, para lo cual le sacó el palo a mi mujer, la volteó boca arriba y le arrojó varios chorros de leche a la cara y que ella, con la boca muy abierta, tragó buena parte. Ellos acabaron desparramados en la cama y en mi, las piernas no soportaron más y me desplomé en el césped del jardín, anonadado por lo que acababa de presenciar. No sé cuantos minutos duré en esa posición, hasta que las voces de Simón y Sandra me sacaron de mi atolondramiento. Cuando me asomé por la ventana, ví que ella estaba otra vez con la verga de Simón en sus manos y dando tiernos besos en el enorme glande, como queriendo limpiarle los restos de semen. La enorme estaca comenzó a agarrar tamañol al tiempo que eran más sugestivos los suspiros de Sandra. Lo cual debió animar a Simón, quien e propuso a mi mujer lo que yo jamás me atreví en mis muchos años de casado: darle por el culo. La cara de pánico de ella ...