El autobús mágico.
Fecha: 25/01/2019,
Categorías:
Gays
Autor: obramaestra, Fuente: SexoSinTabues
... ya era de noche, Tomás seguía hablando de todo, pero de pronto hizo un silencio extraño, lo miré, y vi que me miró la entrepierna. Segundo después, me preguntó- Ya te haces la paja?. Me preguntó sin dar vueltas, dejándome sorprendido. Porque nadie espera que un nene de 10 hable de sexo con otra persona más grande, y todos sabemos que, cuando uno es niño, 2 años de diferencia es bastante. Le respondí que sí, y le pregunté si él también lo hacía. Me contestó con total naturalidad: - Claro que me hago la paja! Quieres pajearte ahora?. Ya me había sorprendido con la pregunta anterior, y yo no estaba acostumbrado a hablar de másturbación con nadie. Hacía pocos mese que había descubierto la masturbación, y encima no quería que nos descubra la celadora, que cada tanto bajaba a la planta baja, donde estábamos nosotros. Así que le contesté que no, que nos podían atrapar. Pero había otra razón por la que me daba pudor, unas pocas semanas atrás me había salido “mágicamente” una pequeña manta de vellos púbicos. Algo que me tenía impactado, yo me sentía niño todavía, pero tenía pelos púbicos. No lo entendía. Tomás me quitó la vista de encima, y me dijo- Bueno, yo sí quiero hacerme una paja. Acto seguido, se bajó hasta sus rodillas el pantalón, y luego se bajó el slip celeste que traía. Tomás era un chico de cabello negro, de piel trigueña clara. Con ojos negros, y una sonrisa de labios anchos. Su cuerpo era normal, bien alimentado, como alguien de 10, con nalgas redondas y firmes, ...
... también tenía unas piernas “carnosas”. Cuando se bajó su ropa, comenzó a masturbarse sentado al lado mío, primero me miraba a ver qué hacía yo, y como no hice nada, cerró los ojos y se recostó en su asiento. Me quedé mirándolo un minuto, suficiente para quedar caliente y a punto de venirme dentro de mi calzoncillo. Tomás tenía un pene como de unos 10cm, con una cabecita pequeña y rosadita. Sus huevitos eran pálidos, como toda su ingle, la frase “donde no le da el sol” concordaba con la palidez de su entrepierna. La situación me excitaba, estaba tentado a extender mi mano y tocarle el pene y ese pubis sin vellos. Una manera de recordarme a mi unas semanas antes de amanecer con un “monte” al rededor de mi pene. Pero no quise hacer nada, decidí dejar de mirarlo y hacerme el dormido. Me recosté en mi butaca, y cerré los ojos, escuchaba a Tomás cómo golpeaba su “puñeta” en sus pequeños huevos. Era excitante. De pronto, Tomás dejó de hacer ruido, me preguntaba por qué… Cuando sentí su mano que me palpaba el pene por arriba de mi bermuda, era obvio que había notado que la tenía parada, y que mi bermuda no ayudaba a disimular. Tomás- Je je, parece una banana, que duran está!. Dijo con una voz que instaba a la perversión. Yo seguía haciéndome el dormido, aunque estoy seguro que no engañé en absoluto a ese niño precoz. Siguió tocándome por encima de la bermuda un rato, hasta que sentí que estaba retirando su mano. Pero yo, en ese momento me decidí, atrapé su mano en retirada, y la volví a ...