Historia del chip (041): La vuelta a casa (Kim 016)
Fecha: 27/01/2019,
Categorías:
Grandes Series,
Dominación
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... ajustaba a las fantasías más íntimas, a los caprichos más disparatados de su amante. Consideraba a Roger como el mejor hombre del mundo. Sus muslos no podían soportar como las manos se alejaban, los pezones querían estar siendo acariciados en todo momento. El instante más tierno era cuando le acariciaba los labios menores, las finas hojas verticales. Nunca tiraba de ellos, a diferencia del clítoris o los pezones, se limitaba a bordearlos, a sentirlos húmedos. Con la yema de los dedos, los dibujaba. Cuidaba de no presionarlos, los trataba como si se fueran a deshacer. El contraste con su botón de amor prisionero servía para enardecerlos más. ¡Cuánto le hubiera gustado pedir permiso para acariciarse los labios cada noche! Nunca se atrevería a solicitarlo u a rogar que se quedase más tiempo en ese lugar. A pesar de lo lento del transcurrir en sus citas, esos instantes le resultaban insufriblemente breves. *—*—* Las largas horas de descripciones en el diván de la terapeuta terminaron dando resultado. Kim explicaba fehacientemente las sensaciones de su cita anterior. Los detalles se consideraban importantes, su conciencia sobre los gustos y los movimientos de su amante primordiales; su propia reacción, vital. Debía aprender a acomodar sus reacciones a las necesidades de Roger. Adivinarlas, imaginarlas o en último extremo, preguntar sobre ellas. Kim era el centro de la relación, su cuerpo irónicamente el alma y su espíritu el gran motor de la relación. No debía dejar de ...
... cuestionarse si había algo más que pudiera gustarle a Roger, buscar la perfección, la variedad, adecuar sus necesidades a los caprichos de él. No se trataba de indagar a cada instante, el desgaste de la duda no era la respuesta, más bien una sana actitud de contemplación, con la certeza de que sabría encontrar nuevas maneras de hacerle feliz. Ése, y no otro, sería la motivación de su alma. A la vez, llevarle siempre hacia su cuerpo, el espejo del placer de Roger y el reflejo en el dolor de Kim. *—*—* Se despertó relajada. Sin ni siquiera pensar en ello, retiró las pinzas de los pezones y del clítoris. Como siempre un deseo ardiente de llevar sus manos a las zonas bruscamente liberadas la obligaron a vigilar sus reacciones, mezcla de dolor y necesidad. Sus manos no lo reflejaron mientras sostenían las pinzas fuertemente y volvían al lado de las caderas. A pesar del dolor, una sonrisa se formó en su cara y cuidó de observarla detenidamente en el espejo. Todavía quedaba mucho para mejorar esa transición, el cuerpo seguía tenso cuando retiraba las pinzas. Su terapeuta le había señalado la importancia de ese acto, -tan supuestamente banal-, al ser realizado en solitario. Su amante, si estuviera, debía percibir placidez en ese acto, no tensión o dolor. De un acto trascendente por el suplicio se había convertido en un acto cotidiano y debía ser un ritual, un reflejo de su entrega, una imagen de su felicidad por llevar ese tributo, como símbolo de su completo amor. Mantuvo la sonrisa mientras ...