Dos fantasías en una
Fecha: 13/02/2019,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Ano-Di-No, Fuente: SexoSinTabues
... banquito. Con toda la parsimonia del mundo Astrid terminó de atar la banqueta a las patas de la cama para que no se tambalease. Ahora el culo de Miriam se quedaba al aire al borde de la cama. Miriam sólo debía tener ojos para Juan, así que Astrid culminó de preparar la escena colocando en el cuello de Miriam una caperuza de las que colocan a los perros cuando los veterinarios no quieren que se arrasquen las orejas. De esta forma Miriam podía ver todo lo que sucedía delante de ella, pero nada por detrás. El espectáculo estaba a punto de comenzar. Se encendieron dos focos en el establo y Miriam pudo comprobar como 3 perros entraban en la pequeña cochiquera donde estaba atado Juan, indefenso y caliente como una perra en celo. El primero un pastor belga negro que empezó a oler a su perrita, le metió el hocico por detrás, y tuvo que oler algo apetecible porque no tardó ni un minuto en sacar la lengua y empezar a lamer. Astrid había untado el ano de Juan con una crema especial para el gusto de los perros. Así estuvo un rato lamiendo hasta que decidió que debía preñar a su perrita, se subió encima de Juan, y después de dos o tres intentos no tardó en penetrarlo. Juan jadeaba, le pedía que lo preñase. Primer embolado de la noche. El perro negro se quedó enganchado a Juan. Miriam jadeaba, pero no podía tocarse. Estaba tan mojada que parecería que se había corrido. Hubiera dado todo lo que le pidiesen porque le dejaran masturbarse o alguien le introdujese un pene o un consolador en su ...
... coño. La bola del pastor belga tardó en desinflarse unos 15 minutos, mientras tanto Juan se movía lentamente jadeando. Y Miriam aumentaba su calentura. Nada más salir el perro negro, otro can, en esta ocasión un pastor alemán, se acercó por detrás de Juan, y zas, a la primera lo ensartó por ese dilatado agujero. Miriam no lo podía creer, un segundo perro estaba penetrando a su chico. Y éste no podía hacer nada por evitarlo. El pastor alemán se entretuvo un poco más hasta que también consiguió enganchar a Juan. El tercer perro parecía esperar su turno, parecía que sabía que su pene era el más grande de todos y necesitaba que su perra estuviera bien preparada. Miriam veía como el gran danés blanco y negro recostado sobre un poco de paja de heno se lamía su entrepierna mientras el pastor alemán seguía enganchado. Cuando el pastor alemán salió era el turno del gran danés. Miriam no podía creer lo que veía cuando se puso en pie y el gran falo colgaba. Lo va a destrozar como le meta todo eso, pensaba. Pero ni ella podía ni quería hacer nada para evitarlo, ni Juan podía ni quería evitarlo. Como si el gran jefe de los perros tuviese medida la situación, dio una vuelta alrededor de su perra exhibiendo su tranca y se situó detrás de Juan. Lo olió, consideró que estaba apunto, dio un salto y al apoyar las patas delanteras en los hombros de su perra el gran manubrio se quedó a la altura del ano de Juan. El perro se dio cuenta y de un empujón lo enterró en el interior de su perrita con la ...