-
La alemana
Fecha: 22/02/2019, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Hola, me llamo Iván y vivo en una localidad de la Costa Brava (Catalunya). Les voy a contar una historia que me sucedió este verano y que considero que puede ser de su interés. Era una tarde soleada del mes de agosto cuando estaba paseando por la playa, justo al lado del agua, mirando si veía alguna chica atractiva que fuera de mi gusto y a ser posible que estuviera sola. Acostumbro a "entrar" siempre a chicas solas. Más que nada porque me da vergüenza que la amiga escuche las conversaciones patéticas que se intercambian cuando se intenta ligar. Vi a una chica morena, pero de aspecto nórdico estirada sobre la toalla. Yo me instalé cerca de ella pero dejando un espacio prudencial para que no se notara demasiado la intención de ataque. Ella era guapa, delgada, alta, algo madura (40 años?) con un anillo en la ceja derecha y parecía que estaba sonriendo sola. Pero les digo la verdad: lo que más me atrajo de ella fue los bonitos, esbeltos, arqueados, bien cuidados pies. Yo la miré y le envié una sonrisa. Ella respondió con otra sonrisa claramente hacia mi. Pensé que ella sería para mi y me relajé unos minutos, pretendiendo hacerme el interesante. Pienso que dirigirse rápidamente a una chica es un poco vulgar, aunque reconozco que quizás estoy equivocado. Cuál fue mi sorpresa cuando del agua con un colchón en forma de silla llegó un chico muy joven (18 años?) con apariencia de norteafricano y se sentó directamente al lado de la chica que me creía mía. El chico miró a la chica, ...
... me miró a mi como diciendo yo seré primero y lanzó el temido ataque a la chica. Era mi fin. El chico, que parecía tener mucha experiencia, se dirigió a la morena con el pote de bronceador y utilizó el viejo truco: "¿me pones un poco de crema en la espalda?". La chica con una sonrisa asintió y empezó a masajear la espalda. A partir de aquí empezó una conversación en alemán que parecía muy amena. A pesar de mis conocimientos de esta lengua, no quise escuchar. Sólo miraba de vez en cuando sus suaves y lindas plantas del pie que tanto quería yo besar. Sentía una rabia conmigo mismo por no haber sido rápido y efectivo. Intentaba convencerme a mi mismo que esta chica no me gustaba suficientemente y que era mejor que hubiera ido todo así. Pensaba que a este chico le esperaba una largo periodo de cortejo y que yo habiendo llegado tarde me ahorraría de realizar. Me resigné momentáneamente y cuado ya empezaba a sentirme mejor vi como la nueva pareja se disponía a marchar probablemente a tomar algo juntos para después consumar la cópula. La chica se calzó dos sandalias negras de talón alto y se marchó moviendo su precioso trasero enfundado en unos estrechos tejanos cortos. Se oía a medida que se alejaba caminando el erótico sonido de sus plantas de los pies que se pegaban y despegaban de las sandalias de charol negro. Les seguí con la mirada hasta que les perdí por una calle que conduce a la playa. Traté de olvidar el suceso y al día siguiente por la tarde decidí volver a pasear por la ...