El metro
Fecha: 22/02/2019,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hacia ella, quería hablar con ella, oír su voz, conocerla... Cuando estaba frente a ella e iba a empezar a hablar levantó un dedo y lo posó delicadamente sobre mis labios, acariciándome. Me miraba fijamente, tanto que las rodillas me empezaban a flojear. Esos ojos me estaban hipnotizando, su mirada era tan clara, me hablaba con ella. Me decía que me callara, que no habláramos... sin dejarme decir nada, ni siquiera hacer un gesto, me saludó con la mano en un "hasta luego" y se fue. Me quedé ahí plantado en mitad del vestíbulo del metro, pensando en qué tipo de historia me encontraba metido. A la vuelta de las clases también me encontré con ella. Esta vez no nos pudimos sentar pero permanecimos de pie, mirándonos fijamente durante todo el trayecto. Cuando me bajé en mi parada ella me sonrió, me lanzó un beso y me susurró: "¿mañana?", a lo que yo asentí: "claro". Esta situación me tenía loco. Era tal el estado de excitación en el que me encontraba que era absolutamente necesario que me masturbara hasta tres veces para evitar ese... "dolorcillo" en la entrepierna. Al día siguiente me encontré con una agradable sorpresa: ¡llevaba falda!. Estaba guapísima, la falda no era muy larga, aunque tampoco era una mini, no creo que se encontrara cómoda en el metro con una minifalda. En cuanto entramos ella se apretó con deseo hacia mí, mientras yo me estremecía. Al estar tan apretados no se notaba el lugar en el que se encontraban nuestras manos. Eso lo aprovechábamos para tocarnos por ...
... encima de la ropa. Pero ese día yo fui más lejos. Aparté la falda e introduje mi mano por debajo, un suspiro de ella y unas caricias más insistentes a mi entrepierna me indicaron que iba por el camino correcto. Posé las yemas de mis dedos encima de sus braguitas, húmedas, y empecé a acariciarlas en círculos. Mientras ella no paraba de masturbarme a través de los pantalones... la excitación era creciente, pero entonces llegó el transbordo, ¡mierda!. Nos bajamos del vagón muy sofocados, muy excitados, apenas nos sostenían las rodillas en pie. En el siguiente vagón que cogimos seguimos con las caricias, ansiosas, pero no duró mucho, ya que nos teníamos que bajar al poco tiempo. Esa tarde no la vi en el metro, y tampoco a la mañana siguiente. Estaba desolado, había desaparecido y yo ni siquiera había oído el sonido de su voz. Pasé el día de lo más triste, pensando en ella y reprochándome mi propia estupidez al no haberla preguntado, dicho nada. Iba a empezar la última clase del día, y yo no tenía nada de ganas. El profesor se retrasaba por lo que yo pasee la mirada sin rumbo, no me importaba nada. Los mismos compañeros, las mismas mesas, sillas, ventanas y... ¿y eso?. Me fijé mejor, parecía como si me despertara de un sueño. ¡Era ella!, ahí, sentada en la última fila, al lado de la puerta. Me estaba mirando fijamente, riéndose por mi cara de bobo, seguro. ¿Qué hacía allí?, ¿por qué?, ¿cómo me había encontrado?. Cuando me estaba preguntando todo eso se levantó, me hizo una seña para ...