1. El metro


    Fecha: 22/02/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que la siguiera y salió de la clase. Cogí mis cosas rápidamente y salí de la clase corriendo para que no me pillara el profesor saltándome su clase en sus propias narices. La seguí, iba muy rápido, casi corriendo. De sólo verla ya estaba excitado, esta aventura me tenía absolutamente embobado, ella me tenía embrujado. Subimos a la última planta, allí sólo hay unos laboratorios que sólo se utilizan por las mañanas, cuando llegamos arriba ella me miró fijamente y entró en los baños de mujeres. No sabía qué hacer, no me atrevía a entrar, ¿y si me veía alguien?, ¿qué pretendía?, lo que era cierto es que la situación me gustaba, tenía morbo, misterio, sexo y un creciente sentimiento mucho más profundo. Al final me decidí y entré. Allí estaba ella, apoyada sobre los lavabos, seria, mirándome fijamente. Se dirigió hacia mí, me agarró de la solapa y me metió en uno de los servicios, cerró la puerta tras nosotros, todo esto sin decir una palabra, y me besó. Fue un beso de infarto, largo, apasionado, nos faltaba el aire, nos mordíamos, saboreábamos nuestra sangre en nuestros labios. No podíamos aguantarnos, nos acariciábamos por todo el cuerpo, palpándolo todo. En un momento estábamos sin pantalones, un momento después sin ropa interior... ella me masturbaba con la mano y me hacía gemir. Yo no desperdiciaba el tiempo y le acariciaba sus pechos, sus pezones, la besaba y la acariciaba su flor, abriéndola, buscando su clítoris, excitado, húmedo... Gemíamos sin control, nos acariciábamos ...
    ... de forma desesperada, buscando el orgasmo del otro, besándonos, chupándonos. Y entonces llegó, un orgasmo intenso recorrió toda mi espalda centrándose en su mano, a la vez noté un estremecimiento de ella y unos violentos espasmos nos sacudieron a ambos, nos derrumbamos en el suelo de ese cuartito. Después de limpiarnos y arreglarnos ella salió primero, yo la seguía. No decía ni una palabra, por alguna razón ella no hablaba y yo no quería romper esa magia. Nos encaminamos al metro de la mano y cuando llegó mi parada me despedí con un suave beso en los labios que ella devolvió. A la mañana siguiente, y durante todas las mañanas de esa semana, nos encontramos en el metro. Nos apretábamos el uno contra el otro. Yo la levantaba la falda, ya no me conformaba con acariciarla por encima de la ropa interior, sino que introducía mi dedo por debajo y le tocaba el clítoris directamente, penetrándola alternativamente con el dedo. Este ritmo la volvía loca, se agarraba a mí para no caerse y se corría ahogando sus gemidos para que nadie lo notara. Mientras ella no se quedaba quieta, en absoluto. Me bajaba la bragueta de mis pantalones e introducía la mano dentro. Para que pudiera llegar con mayor comodidad me ponía los pantalones más amplios y más grandes que encontraba en casa. De este modo me masturbaba con la mano metida dentro de mis pantalones. En ocasiones llegábamos a corrernos los dos a la vez, con el consiguiente problema de equilibrio que eso suponía, aparte de manchar todas las ...
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