LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ
Fecha: 07/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Duro
Voyerismo
Autor: reininblack, Fuente: xHamster
... de un par de ojos brillantes que, negros como el azabache, lanzaban entorno a él adustas miradas de apasionado resentimiento. Vestía hábitos clericales, cuyosombrío aspecto y limpieza hacían resaltar todavía más sus notables proporcionesmusculares y su sorprendente fisonomía, Carlos estaba confundido por completo, y sesintió egoísta e infinitamente aliviado cuando el fiero intruso se volvió hacia su jovencompañera de goces libidinosos.—En cuanto a ti, infeliz muchacha, sólo puedo expresarte mi máximo horror y míjusta indignación. Olvidándote de los preceptos de nuestra santa madre iglesia, sinimportarte el honor, has permitido a este perverso y presuntuoso muchacho que pruebe lafruta prohibida. ¿Qué te queda ahora? Escarnecida por tus amigos y arrojada del hogar detu tío, tendrás que asociarte con las bestias del campo, y. como Nabucodonosor, seráseludida por los tuyos para evitar la contaminación, y tendrás que implorar por los caminosdel Señor un miserable sustento. ¡Ah, hija del pecado, criatura entregada a la lujuria y aSatán! Yo te digo que...El extraño había ido tan lejos en su amonestación a la infortunada muchacha, queMontse Fernández, abandonando su actitud encogida y levantándose, unió lágrimas y súplicas endemanda de perdón para ella y para su joven amante,—No digas más —siguió, al cabo. el fiero sacerdote—. No digas más. Lasconfesiones no son válidas, y las humillaciones sólo añaden lodo a tu ofensa. Mi mente noacierta a concretar cuál sea mi obligación en este ...
... sucio asunto, pero si obedeciera losdictados de mis actuales inclinaciones me encaminaría directamente hacia tus custodiosnaturales para hacerlas saber de inmediato las infamias que por azar he descubierto.—;Por piedad! ¡Compadeceos de mí! —suplicó Montse Fernández, cuyas lágrimas se deslizabanpor unas mejillas que hacía poco habían resplandecido de placer.—¡Perdonadnos. padre! ¡Perdonadnos a los dos! Haremos cuanto esté en nuestrasmanos como penitencia. Se dirán seis misas y muchos padrenuestros sufragados pornosotros, Se emprenderá sin duda la peregrinación al sepulcro de San Engulfo, del que mehablabais el otro día. Estoy dispuesto a cualquier sacrificio si perdonáis a mi querida Montse Fernández.El sacerdote impuso silencio con un ademán. Después tomó la palabra, a veces en untono piadoso que contrastaba con sus maneras resueltas y su natural duro.—¡Basta! —dijo—. Necesito tiempo. Necesito invocar la ayuda de la Virgen bendita,que no conoce e] pecado, pero que, sin experimentar el placer carnal de la copulación delos mortales, trajo al mundo al niño Jesús en el establo de Belén. Pasa a yerme mañana a lasacristía, Montse Fernández. Allí, en el recinto adecuado, te revelaré cuál es la voluntad divina conrespecto a tu pecado. En cuanto a ti, joven impetuoso, me reservo todo juicio y toda acciónhasta el día siguiente, en el que te espero a la misma hora.Miles de gracias surgieron de las gargantas de ambos penitentes cuando el padre lesadvirtió que debían marcharse ya. 11 de ...