1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... de sucompañera. Lo revelaba su pene, cada vez más duro y de mayor tamaño.—¡Empuja! Oh, empuja más hondo! —murmuró Montse Fernández.Entretanto Ambrosio y David Brown, cuyo deseo no admitía espera, trataron deapoderarse de alguna parte de la muchacha.David Brown puso su enorme miembro en la dulce mano de ella, y Ambrosio, sinacobardarse, trepó sobre el cofre y llevó la punta de su voluminoso pene a sus delicadoslabios.Al cabo de un momento el Superior dejó de asumir su lasciva posición.Montse Fernández se alzó sobre el canto del cofre. Ante ella se encontraban los tres hombres, cadauno de ellos con el miembro erecto, presentando armas. La cabeza del enorme aparato deDavid Brown estaba casi volteada contra su craso vientre.El vestido de Montse Fernández estaba recogido hasta su cintura, dejando expuestas sus piernas ymuslos, y entre éstos la rosada y lujuriosa fisura, en aquellos momentos enrojecida yexcitada por los rápidos movimientos de entrada y salida del miembro del Superior.—¡Un momento! —ordenó éste—. Vamos a poner orden en nuestros goces. Estahermosa muchacha nos tiene que dar satisfacción a los tres: por lo tanto es menester queregulemos nuestros placeres permitiéndole que pueda soportar los ataques que 34 de 107desencadenemos. Por mi parte no me importa ser el primero o el segundo, pero comoAmbrosio se viene como un asno, y llena de humo todas las regiones donde penetra,propongo pasar yo por delante. Desde luego, David Brown debería ocupar el tercer lugar, yaque con ...
    ... su enorme miembro puede partir en dos a la muchacha, y echaremos a perdernuestro juego.—La vez anterior yo fui el tercero —exclamó David Brown—. No veo razón alguna paraque sea yo siempre el último. Reclamo el segundo lugar.—Está bien, así será —declaró el Superior—. Tú, Ambrosio, compartirás un nidoresbaladizo.—No estoy conforme —replicó el decidido eclesiástico....... Si tú vas por delante, yDavid Brown tiene que ser el segundo, pasando por delante de mí, yo atacaré la retaguardia, yasí verteré mi ofrenda por otra vía.—¡Hacerlo como os plazca! —gritó Montse Fernández—. Lo aguantaré todo; pero, padrecitos,daos prisa en comenzar.Una vez más el Superior introdujo su arma, inserción que Montse Fernández recibió con todoagrado. Lo abrazó, se apretó contra él, y recibió los chorros de su eyaculación converdadera pasión extática de su parte.Seguidamente se presentó David Brown. Su monstruoso instrumento se encontraba yaentre las rollizas piernas de la joven Montse Fernández. La desproporción resultaba evidente, pero elcura era tan fuerte y lujurioso como enorme en su tamaño, y tras de varias tentativasviolentas e infructuosas, consiguió introducir-se. y comenzó a profundizar en las partes deella con su miembro de mulo.No es posible dar una idea de la forma en que las terribles proporciones del pene deaquel hombre excitaban la lasciva imaginación de Montse Fernández, como vano sería también intentardescribir la frenética pasión que le despertaba el sentirse ensartada y distendida ...
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