1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... primera la extraordinaria diferencia: aquel pene era por lo menos de dobletamaño que el de su esposo. A la duda siguió la certeza. En la penumbra alzó la cabeza, ypudo ver encima de ella el excitado rostro del feroz padre David Brown.Instantáneamente se produjo una lucha, un violento alboroto, y una yana tentativa porparte de la dama para librarse del fuerte abrazo con que la sujetaba su asaltante.Pero pasara lo que pasara. David Brown estaba en completa posesión y goce de supersona. No hizo pausa alguna: por el contrario, sordo a los gritos, hundió el miembro entoda su longitud, y se dio gran prisa en consumar su horrible victoria. Ciego de ira y delujuria no advirtió siquiera la apertura de la puerta de la habitación, ni la lluvia de golpesque caía sobre sus posaderas, hasta que, con los dientes apretados y el sordo bramido de untoro, le llegó la crisis, y arrojó un torrente de semen en la renuente matriz de su víctima.Sólo entonces despertó a la realidad y, temeroso de las consecuencias de su ultraje, selevantó a toda prisa, escondió su húmeda arma, y se deslizó fuera de la cama por el ladoopuesto a aquel en que se encontraba su asaltante.Esquivando lo mejor que pudo los golpes del señor Verbouc, y manteniendo losvuelos de su sayo por encima de la cabeza, a fin de evitar ser reconocido, corrió hacia laventana por la cual había entrado, para dar desde ella un gran brinco. Al fin consiguiódesaparecer rápidamente en la oscuridad, seguido por las imprecaciones del ...
    ... enfurecidomarido.Ya antes habíamos dicho que la señora Verbouc estaba inválida, o por lo menos así locreía ella, y ya podrá imaginar el lector el efecto que sobre una persona de nerviosdesquiciados y de maneras recatadas había de causar el ultraje inferido. Las enormesproporciones del hombre, su fuerza y su furia casi la habían matado, y yacía inconscientesobre el lecho que fue mudo testigo de su violación. 71 de 107El señor Verbouc no estaba dotado por la naturaleza con asombrosos atributos devalor personal, y cuando vio que el asaltante de su esposa se alzaba satisfecho de suproeza, lo dejó escapar pacíficamente.Mientras, el padre Ambrosio y Montse Fernández, que siguieron al marido ultrajado desde unaprudente distancia, presenciaron desde la puerta entreabierta el desenlace de la extrañaescena,Tan pronto como el violador se levantó tanto Montse Fernández como Ambrosio lo reconocieron.La primera desde luego tenía buenas razones, que ya le constan al lector, para recordar elenorme miembro oscilante que le colgaba entre las piernas.Mutuamente interesados en guardar el secreto, fue bastante el intercambio de unamirada para indicar la necesidad de mantener la reserva, y se retiraron del aposento antesde que cualquier movimiento de parte de la ultrajada pudiera denunciar su proximidad.Tuvieron que transcurrir varios días antes de que la pobre señora Verbouc serecuperara y pudiera abandonar la cama. El choque nervioso había sido espantoso, y sólo laconciliatoria actitud de su esposo pudo ...
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