LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ
Fecha: 07/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Duro
Voyerismo
Autor: reininblack, Fuente: xHamster
... viviente. Pero Montse Fernández, tútienes algo qué decirme, estoy segura de ello.—Está bien, puesto que debo decirlo, lo diré; supongo que no hay más remedio.Debes saber, entonces, que el buen padre Ambrosio decidió que lo mejor para ti sería quete iniciaras luego, y ha tomado medidas para que ello ocurra hoy.—¡No me digas! ¡Ay de mí! ¡Me dará tanta vergüenza! ¡Soy tan terriblementetímida!~¡Oh, no, querida! Se ha pensado en todo ello. Sólo un hombre tan piadoso yconsiderado como nuestro querido confesor hubiera podido disponerlo todo en la formacomo la ha hecho. Ha arreglado las cosas de modo que el buen padre podrá disfrutar detodas las bellezas que tu encantadora persona puede ofrecerle sin que tú lo veas a él, ni élte vea a ti.~¿Cómo? ¿Será en la oscuridad, entonces?—De ninguna manera; eso impediría darle satisfacción al sentido de la vista, yperderse el gran gusto de contemplar los deliciosos encantos en cuya posesión tiene puestasu ilusión el querido padre Ambrosio.—Tus lisonjas me hacen sonrojarme, Montse Fernández. Pero entonces, ¿cómo sucederán lascosas?—A plena luz —explicó Montse Fernández en el tono en que una madre se dirige a su hija—. Seráen una linda habitación de mi casa; se te acostará sobre un diván adecuado, y tu cabezaquedará oculta tras una cortina, la que hará las veces de puerta de una habitación másinterior, de modo que únicamente tu cuerpo, totalmente desnudo, quede a disposición de tuasaltante.—¡Desnuda! ¡Qué vergüenza!—¡Ah, Julia. mi dulce y ...
... tierna Julia! —murmuró Montse Fernández—, al mismo tiempo que unestremecimiento de éxtasis recorría su cuerpo—. ¡ Pronto gozarás grandes delicias! ¡Despertarás los goces exquisitos reservados para los inmortales, y te darás así cuenta deque te estás aproximando al periodo llamado pubertad, cuyos goces estoy segura de que yanecesitas!—¡Por favor, Montse Fernández, no digas eso!—Y cuando al fin —siguió diciendo su compañera, cuya imaginación la habíaconducido ya a sueños carnales que exigían imperiosamente su satisfacción—, termine lalucha, llegue el espasmo, y la gran cosa palpitante dispare su viscoso torrente de líquidoenloquecedor. . . ¡Oh! entonces ella sentirá el éxtasis, y hará entrega de su propia ofrenda.—¿Qué es lo que murmuras?Montse Fernández se levantó.—Estaba pensando —dijo con aire soñador— en las delicias de eso de lo que tan malte expresas tú. 80 de 107Siguió una conversación en torno a minucias, y mientras la misma se desarrollaba,encontré oportunidad para oír otro diálogo. no menos interesante para mí, y del cual, sinembargo, no daré más que un extracto a mis lectores.Sucedió en la biblioteca, y eran los interlocutores los señores Delmont y Verbouc.Era evidente que había versado, por increible que ello pudiera parecer, sobre la entrega dela persona de Montse Fernández al señor Delmont, previo pago de determinada cantidad, la cualposteriormente sería invertida por el complaciente señor Verbouc para provecho de ‘suquerida sobrinaNo obstante lo bribón y sensual que ...