LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ
Fecha: 07/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Duro
Voyerismo
Autor: reininblack, Fuente: xHamster
... que Montse Fernándezdesempeñó a la perfección el papel que le estaba asignado, y excitada por el nuevoinstrumento de placer, se abandonó a un verdadero torrente de deleites. El señor Delmontsiguió pronto su ejemplo, y descargó en el interior de Montse Fernández una copiosa corriente de suprolífica esperma.Durante algunos momentos permanecieron ambos ausentes, bañados en la exudaciónde sus mutuos raptos, y jadeantes por el esfuerzo realizado, hasta que un ligero ruido lesdevolvió la noción del mundo. Y antes de que pudieran siquiera intentar una retirada, o uncambio en la inequívoca postura en que se encontraban, se abrió la puerta del tocador yaparecieron, casi simultáneamente, tres personas.Estas eran el padre Ambrosio, el señor Verbouc y la gentil Julia Delmont.Entre los dos hombres sostenían el semidesvanecido cuerpo de la muchacha, cuyacabeza se inclinaba lánguidamente a un lado, reposando sobre el robusto hombro del padre,mientras Verbouc, no menos favorecido por la proximidad de la muchacha, sostenía elliviano cuerpo de ésta con un brazo nervioso, y contemplaba su cara con mirada de lujuriainsatisfecha, que sólo podría igualar la reencarnación del diablo. Ambos hombres iban endesabillé apenas decente, y la infortunada Julia estaba desnuda, tal como, apenas un cuartode hora antes, había sido violentamente mancillada por su propio padre.—¡Chist! —susurró Montse Fernández, poniendo su mano sobre los labios de su amorosocompañero—. Por el amor de Dios, no se culpe a si ...
... mismo. Ellos no pueden saber quiénhizo esto. Sométase a todo antes que confesar tan espantoso hecho. No tendría piedad.Estése atento a no desbaratar sus planes.El señor Delmont pudo ver de inmediato cuán ciertos eran los augurios de Montse Fernández. 85 de 107—¡Ve, hombre lujurioso! —exclamó el piadoso padre Ambrosio—. ¡Contempla elestado en que hemos encontrado a esta pobre criatura! Y posando su manaza sobre ellampiño monte de Venus de la joven Julia, exhibió impúdicamente a los otros sus dedosescurriendo la descarga paternal.—¡Espantoso! —comentó Verbouc—. ¡Y si llegara a quedar embarazada!—¡Abominable! —gritó el padre Ambrosio—. Desde luego tenemos que impedirlo.Delmont gemiroMientras tanto., Ambrosio y su coadjutor introdujeron a su joven víctima en lahabitación, y comenzaron a tentar y a acariciar todo su cuerpo, y a dedicarse a ejecutartodos los actos lascivos que preceden a la desenfrenada entrega a la posesión lujuriosa.Julia, aún bajo los efectos del sedante que le habían administrado, y totalmente confundidapor el proceder de aquella virtuosa pareja, apenas se daba cuenta de la presencia de sudigno padre. que todavía se encontraba sujeto por los blancos brazos de Montse Fernández, y con sumiembro empotrado aún en su dulce vientre.~¡Vean cómo corre la leche piernas abajo! —exclamó Verbouc, introduciendonerviosamente su mano entre los muslos de Julia—. ¡Qué vergüenza!—Ha escurrido hasta sus lindos píececítos —observó Ambrosio, alzándole una de susbien torneadas piernas, ...