1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... formando uncharco en el suelo, entre sus piernas enfundadas en seda.—¡Ah, qué delicia! —exclamó Verbouc—. Después de todo, se encuentra deleite enel cumplimiento del deber, ¿no es asi, Delmont?Y volviéndose hacia el anhelado sujeto, continuó:—Si el padre Ambrosio y yo mismo no hubiéramos mezclado nuestras humildesofrendas con la prolífica esencia que al parecer aprovecha usted tan bien, nadie hubierapodido predecir qué entuerto habría acontecido. ¡Oh, sí!, no hay nada como hacer las cosasdebidamente, ¿no es cierto, Delmont?—No lo sé; me siento enfermo, estoy como en un sueño, sin que por ello seainsensible a sensaciones que me provocan un renovado deleite. No puedo dudar de suamistad.., de que sabrán mantener el secreto. He gozado mucho, y sin embargo, sigoexcitado. No sabría decir lo que deseo. ¿Qué será, amigos míos?El padre Ambrosio se aproximó, y posando su manaza sobre el hombro del pobrehombre, le dio aliento con unas cuantas palabras susurradas en tono reconfortante.Como una pulga que soy, no puedo permitirme la libertad de mencionar cuálesfueron dichas palabras, pero surtieron el efecto de disipar pronto las nubes de horror queobscurecían la vida del señor Delmont. Se sentó, y poco a poco fue recobrando la calma.Julia, también recuperada ya, tomó asiento junto al fornido sacerdote, que al otro ladotenía a Montse Fernández. Hacía ya tiempo que ambas muchachas se sentían más o menos a gusto. Elsanto varón les hablaba como un padre bondadoso, y consiguió que el señor ...
    ... Delmontabandonara su actitud retraída, y que este honorable hombre, tras una copiosa libación devino, comen-zara asimismo a sentirse a sus anchas en el medio en que se encontraba, 88 de 107Pronto los vigorizantes vapores del vino surtieron su efecto en el señor Delmont, queempezó a lanzar ávidas miradas hacia su hija. Su excitación era evidente, y se manifestabaen el bulto que se advertía balo sus ropas.Ambrosio se dio cuenta de su deseo y lo alentó. Lo llevó junto a Julia. la que, todavíadesnuda, no tenía manera de ocultar sus encantos. Su padre la miró con ojos en los quepredominaba la lujuria. Una segunda vez ya no sería tan pecaminosa, pensó.Ambrosio asintió con la cabeza para alentarlo, mientras Montse Fernández desabrochaba suspantalones para apoderarse de su rígido pene, y apretarlo dulcemente entre sus manos.El señor Delmont entendió la posición, y pocos instantes después estaba encima de suhija. Montse Fernández condujo el i****tuoso miembro a los rojos labios del sexo de Julia, y tras unosempujones más, el semienloquecido padre había penetrado por completo en el interior delcuerpo de su linda hija.La lucha que siguió se vio intensificada por las circunstancias de aquella horribleconexión. Tras de un brutal y rápido galope el señor Delmont descargó, y su hija recibió enlo más recóndito de su juvenil matriz las culpables emisiones de su desnaturalizado padre.El padre Ambrosio, en quien predominaba el instinto sexual, tenía otra debilidad más,que era la de predicar. Lo ...
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