LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ
Fecha: 07/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Duro
Voyerismo
Autor: reininblack, Fuente: xHamster
... abierta, entrócon toda tranquilidad y gateó hasta meterse debajo de la cama.Desde este punto de vista David Brown contempló con pulso palpitante la toilette de lahermosa Montse Fernández, hasta el momento en que comenzó a quitarse la camisa en la forma que yahe descrito. Entonces pudo David Brown gozar de la vista de la muchacha en toda suespléndida desnudez, y mugió ahogadamente como un toro.En la posición yacente en que se encontraba no tenía dificultad alguna para ver decintura abajo la totalidad del cuerpo de ella y sus ojos se solazaban en la contemplación delos globos gemelos que formaban sus nalgas, abriéndose y cerrándose a medida que lamuchacha retorcía su elástico cuerpo en el esfuerzo por pasar la camisa por encima de sucabeza.David Brown no pudo aguantar más tiempo; su deseo alcanzó el punto de ebullición, ysin ruido pero prontamente, se deslizó fuera de su escondite para alzarse frente a ella, y sinpérdida de tiempo abrazó el desnudo cuerpo con una de sus manos, mientras colocaba laotra sobre sus rojos labios.El primer impulso de Montse Fernández fue el de gritar, pero este recurso femenino le estabavedado. Su segunda idea fue desmayarse, y es por la que hubiera optado de no habermediado cierta circunstancia. Esta circunstancia era el hecho de que mientras el audaz 94 de 107asaltante la mantenía firmemente sujeta junto a él, algo duro, largo y caliente presionaba demodo insistente entre sus suaves nalgas, y yacía palpitante entre la separación de ellas y alo ...
... largo de su espalda. En ese crítico momento los ojos de Montse Fernández tropezaron con la imagende él en el espejo de la cómoda, y reconocieron a sus espaldas el feo y abotagado rostro delsensual sacerdote, coronado por un círculo de rebelde cabello rojo.Montse Fernández comprendió la situación en un abrir y cerrar de ojos. Hacia ya casi una semanaque se había desprendido de los abrazos de Ambrosio y su tío, y tal hecho tuvo mucho quever, desde luego, en lo que siguió. Lo que hizo a partir de aquel momento fue purodisimulo de la lasciva muchacha.Se dejó caer suavemente de espaldas sobre la vigorosa figura del padre David Brown, ycreyendo este feliz individuo que realmente se desmayaba, al mismo tiempo que retiraba lamano con que le cerraba la boca empleó ambos brazos para sostenerla.La irresistible belleza de la persona que sostenía entre sus brazos llevó la excitaciónde David Brown casi hasta la locura. Montse Fernández estaba prácticamente desnuda, y él deslizó susmanos sobre su pulida piel, mientras su inmensa arma, ya rígida y distendida por efecto dela impaciencia, palpitaba vigorosamente al contacto con la hermosa que tenía abrazada.Tembloroso, David Brown acercó su rostro al de ella, e imprimió un largo y voluptuosobeso sobre sus dulces labios.Montse Fernández se estremeció y abrió los ojos.David Brown renovó sus caricias.—¡Oh! —exclamó lánguidamente—. ¿Cómo osáis venir aquí? ¡Por favor, soltadmeen el acto! ¡Es vergonzoso!David Brown sonrió con aire de satisfacción. ...