Campamento
Fecha: 10/03/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... voces, ni nada, así que miré de acercarme más hacia donde debía estar. Un chaval, rubio, de unos dieciséis años, le estaba mamando la polla como si no hubiera mañana. No era para nada lo que pretendía encontrarme, pero tampoco sabría decir si era mejor de lo que esperaba encontrar. Ricardo se recostaba, de pie, contra un árbol, con los pantalones cortos bajados hasta los talones y la camiseta de monitor aún puesta. El chaval, delgadillo, vestido y con el pelo casco, de espaldas a donde yo estaba, le comía toda la polla. O eso imaginaba, porque desde donde estaba tampoco podía ver mucho más. Quería ver más pero, joder, si me movía y me veían, ¿qué hacía? El chaval me sonaba de haberlo visto por el campamento, y juraría que era uno de los del grupo del propio Ricard. Le comía la polla con una pasión poco propia de alguien que no lo había hecho nunca: ese no debía ser, ni mucho menos, el primer rabo que se metía en la boca. Ricardo puso sus manos sobre la cabeza y le bombeaba la cabeza contra la polla, provocándole arcadas. El pobre tuvo que sacársela de la boca para poder respirar. “¿Me he metido todo eso hasta la garganta?” – La voz del niño sonaba como una verdadera zorrita. Estaba orgullosa de su trabajo “Ya ves. Ahora deja de hablar y acaba. ” – Mientras le decía eso, le acariciaba el pelo y le dedicaba una sonrisa. Si pudiese moverme hacia un lado, quizá tendría un poco de mejor vista y podría vérsela. La excitación me pudo y, sin darme cuenta, mi mano ya buscaba dentro ...
... de mis pantalones la polla. Sin bajármelos si quiera me frotaba el paquete, que ya lo tenía chorreando. Me la saqué y empecé a tocármela silenciosamente. Estaba tan concentrado en el espectáculo que tenía enfrente que no me di cuenta de algo más importante: cuando me quise dar cuenta, Ricardo me estaba mirando fijamente, mientras su joven putilla le comía todo. Y no parecía nada preocupado. Divertido, más bien. Me quedé helado y no supe cómo reaccionar. Sin duda no parecía molestarle, pero era realmente incómodo. Además de que seguía completamente excitado. “No pares ahora. Sigue hasta el final” ¿Le estaba hablando al chaval o me hablaba a mí? La vista seguía puesta en mí, pero seguía acariciando la cabeza del chaval. Por un momento, me pude imaginar perfectamente como sus manos acariciaban mi pelo y era yo el que estaba siendo forzado a mamar hasta sacarle todo. De un golpe le arrebató de la boca su caramelo para empezar a masturbarse fuertemente. El chaval se echó para atrás esperando lo que le venía encima. Fue entonces cuando pude verla: menuda suerte tenía el chaval, era preciosa, gorda y morada. Pero estaba demasiado lejos para apreciarla como toca. Yo tampoco pude más y me empecé a correr contra el matorral. El chaval quedó exhausto, con toda la cara mojada y el pelo manchado del semen de ese tío que, en principio, estaba allí para encargarse de él y cuidarlo esas semanas. Sin mucha palabra, un par de risas y un manotazo en el culo, se fueron por otro lado, salvándome. ...