1. Regreso a casa


    Fecha: 18/03/2019, Categorías: Incesto Confesiones Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos

    Hola qué tal, me llamó Ramón y voy a contarles una historia verídica. Todo comenzó cuando volví deportado de los Estados Unidos, hace unos dos meses. Tenía veintiún años que no ponía un pie en México. Ni siquiera en navidad visitaba a mi madre, solo me encargaba de mandarle dinero para sus gastos. Me fui más por despecho que por otra cosa. Cuando tenía dieciocho, mi novia Lupita. Con quien tuve mis primeras experiencias sexuales. Me dejo. Se fue con un tipo mayor a la capital. Y yo, sin poder soportar las burlas y el dolor que sentía. Acepté irme al otro lado. En fin, tarde más de dos días en llegar hasta el pueblo. Que de pueblo ya no queda nada. Encontré plazas comerciales y un montón de tiendas como en el gabacho. Hasta los mismos lugares para comer hamburguesas están ahora en el pueblo. Lo que más me sorprendió fue ver la cantidad de bares, cantinas y lugares para echar trago. Y pues como ahora no tenía prisa por llegar, estuve instalado en un hotel por unas semanas. Acá los dólares rinden mucho más. La primer noche fui a un table dance. Ahí me enjaretaron a unas señoras bien buenas, incluso el encargado, cuando vio que traía dólares. Me pasó a un cuartito. —Acá va a estar más cómodo patrón —Me dijo y cerró la puerta mientras las dos viejas se abalanzaban sobre mí. Me dieron unas mamadas bien ricas. Se turnaba y me hicieron venirme de volada. Me dijeron que les diera una feria y que nos echábamos un palo. Pero, ya estaba cansado y preferí irme a dormir. Así pase la ...
    ... primera semana, de bar en bar. Pagando por mamadas y cogiendo si la morra estaba buena. Me acostumbre a desayunar en una cocinita, extrañaba muchas cosas. Pero sobre todo la comida. Ahí conocí a María, trabajaba atendiendo las mesas. Y pues como no fallaba al desayuno. Poco a poco me fue tomando confianza. Le ayudaba a la señora por las mañanas y por la tarde estudiaba. —Es que solo así, si no no alcanza —Me dijo mientras limpiaba la mesa. Aunque usaba un delantal que le cubría casi todo el cuerpo, se notaba la vitalidad de su juventud. El pelo negro y la piel morena característica del pueblo. Pero una cara bonita y además María estaba chaparrita, para su estatura ese culito que a menudo veía menearse entre las mesas me provocaba sensaciones. Me excitaba más ver caminar con prisa a María en la fonda que estar con quien fuera en los bares. Fue el fin de semana de la segunda semana que fui a un cantabar. Todos cantaban baladas o rancheras, una que otra norteña. Y entonces vi que subía al escenario María. Sin su delantal, sin prisa. Vestía un pantalón ajustado que marcaba su figura a la perfección, un culo redondo, unas piernas gruesas y una blusa ajustada que mostraba la forma de sus pechos. No sé qué fue lo que canto, pero todos le aplaudieron. Yo incluido. Luego mire a donde se dirigía. Un grupo de cinco muchachas se estaban acomodadas en el rincón del local. Llame al mesero y le pedí que cambiara sus cervezas por una botella de tequila. La más cara. Cuando el mesero les indicó que ...
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