Regreso a casa
Fecha: 18/03/2019,
Categorías:
Incesto
Confesiones
Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos
... el tipo al otro lado del salón pagaría la cuenta, reían nerviosas. Todas menos María. Ella me miraba fijamente sin hacer un solo gesto. Seguro no estaban acostumbradas al tequila porque acabaron tan borrachas que tuve que acercarme y con ayuda del mesero las puse en un taxi. Todas fueron hasta su casa. Todas menos María. Que no probó un solo trago de la botella y le dio indicaciones al taxista de dónde y cómo llevar a cada una de sus amigas. —¿Entonces me está siguiendo? —Me preguntó, en cuanto el taxi se puso en marcha. —No, yo solo estaba ahí y quise ser cortés. ¿Te llevo a tu casa? —Le pregunte sin perder oportunidad. —No, yo vivo aquí a dos cuadras —Pues te acompaño esas dos cuadras —Le dije y me empareje a su paso. —No no no! No se preocupe, estoy bien sola. —Solo voy a caminar por aquí, hasta que vea que llega bien a su casa. —¿Ya dígame que quiere? Yo no soy como las del bar de mala muerte. Si, aquí los chismes corren rápido —me dijo y aceleró su paso. —Por eso. —¿Por eso que? —¡Por eso me gustas! Porque no eres como las demás. —Usted ni me conoce. —Déjame conocerte —la tome del brazo y se detuvo en seco. La lleve hasta un bar que aún estaba en servicio y ahí tomamos un par de cervezas. Me platicó que tenía novio. Pero se fue con sus tíos a trabajar a otro pueblo y solo venía de vez en vez. Y que su mamá trabajaba noche y día. Así que muy raras veces coincidían para comer o platicar. Cuando estaban por cerrar el bar, pague la cuenta y salimos. Ya con un Brazo en su ...
... cintura recorrimos las calles hasta quedar frente al hotel donde me estaba quedando. Sin darle opción a la duda la lleve hasta mi habitación, y notaba que su respiración se aceleraba y comenzaban a sudarle las manos. En cuanto la llave abrió la puerta se paralizó. —Le dije que yo no soy de esas! —Ya lo sé, tú eres mi muñequita. La bese y la tome en mis brazos, luego fuimos entrando y su pantalón ajustado fue bajando poco a poco. Tenía unas chichis deliciosas. Duras y redondas, con pezones chiquitos y puntiagudos. Mi lengua se encargó de llenar sus pechos de saliva y ella apretaba los ojos para no ver, pero su piel erizada me hacía saber que estaba sintiendo cada una de mis caricias. La cabrona tenía unas nalgas más ricas de lo que me imaginaba. Baje sus calzones y mi mano pudo sentir la humedad que ya brotaba de su sexo. La recosté y fui bajando hasta poder saborear de esos fluidos. María seguía sin abrir los ojos, pero se aferraba a mi pelo mientras mi lengua jugaba con su clítoris. Después de un rato decidí que ya era tiempo de que esa boquita que me daba los buenos días, ahora me diera una buena noche. Al parecer el novio es un imbécil, con dificulta evidente María mamaba, me raspaba un poco con los dientes, pero esos ojos clavados en mi ya eran un sueño hecho realidad. Separe esas piernas y mi verga fue entrando con dificultad. María parecía quebrarse en llanto. Se tapaba la cara y mi verga se endurecía cada vez más y más. Cuando estuve totalmente adentro y comencé el ir y ...