1. Visitas a mi vecino (El esposo de Sofía - 1ª parte)


    Fecha: 20/03/2019, Categorías: Gays Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... desde su mesa (a través de un amplio espejo que mandó poner encima del lavabo, ya hace tiempo, situado frente a la camilla de reconocimiento). Se sentó en su butaca y le observó mientras se desnudaba. Era muy excitante, ver como poco a poco se iba quedando en calzoncillos y dejaba al descubierto ese hermoso cuerpo. Al terminar, Rafa se sentó en la camilla y esperó al doctor... que pasados unos minutos, se acercó a él. - Bueno, voy a hacerte un reconocimiento completo. Túmbate en la camilla, ¡por favor!... - ¡A ver esos oídos!… Mientras los examinaba aprovechó para acariciarle las orejas, suavemente… ... Rafa, solo se encogió un poquito, pero no dijo nada. Siguió con los ojos. Unos preciosos ojos verdes que mostraban cierto nerviosismo. - Será mejor que te ayude a tranquilizarte, pareces nervioso… - ¡Si!... un poco... Y aprovechó para inyectarle algo que había conseguido a través de su suegro y que producía una agradable relajación… … y continuó con el reconocimiento. - ¡Bueno!, a ver la nariz!… ... ¡bien!, ¡muy bien! ¡Y la boca!… … y le introdujo un dedo, queriendo atrapar la humedad de su boca (con el pretexto de examinar la dentadura)... pero, por un momento, tuvo la sensación de que si se entretenía un poco más, empezaría a sospechar; y eso aumentó su nerviosismo ostensiblemente (procuró disimular). Bajó, con naturalidad, a su cuello; y lo acarició suavemente. Miró si su garganta presentaba alguna inflamación y siguió bajando, para colocarle el fonendo en el pecho; y, ...
    ... con mucho disimulo, estuvo acariciándolo. - ¡Mmmmmmm!, que suavidad, pensó… y se mojó los labios. Luego, le pidió que se sentara en la camilla y comprobó sus reflejos; respondía perfectamente… Después, decidió avanzar un poco mas, y cogiendo uno de sus pies, lo examinó minuciosamente, dándole un pequeño masaje mientras lo sostenía levantado a la altura de sus ojos; aprovechó para echar una visual intensa a su entrepierna. Comprobó si al paciente le había llamado la atención ese detalle, y como lo vio tranquilo y confiado, repitió lo mismo con la otra pierna; aunque, ahora, ya lo hizo con mucho más descaro y detenimiento. Le ordenó que se pusiera de pie; y él mismo le bajó los calzoncillos… - ¡Mmmmm!… ¡que buen rabo tiene, el cabrón!… y, ¡vaya par de huevos!… (era su voz interior, que no paraba de hablarle). Terminó de quitárselos; y le metió la mano debajo de los huevos, para sopesarlos... - ¿Puedes toser?… - ¡Si!, doctor... Llegó a pedírselo hasta cuatro veces… Luego, le descubrió el capullo; y estuvo mirándoselo detenidamente… y creo que se entretuvo demasiado con la polla en la mano; porque Rafa le miró fijamente, con gesto interrogante. - Necesito que vuelvas a tumbarte en la camilla, y te des la vuelta ¡por favor!. - ¡Si!, doctor. Se separó un poco (acercándose a la ventana) y con el móvil en la mano, le mandó el número mágico a su suegro. Le tenía completamente al palo. Luego se acercó a su mesa; y cogiendo un termómetro, se lo enchufó en el culo. - Tengo que tomarte la ...
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