1. Con uno de mis amigos de la adolescencia (Primera parte)


    Fecha: 26/03/2019, Categorías: Gays Confesiones Autor: buitrepanda, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo que sí estaba seguro, ahora, es que Eduardo me estaba gustando mucho y mis hormonas se estaban enloqueciendo. Caminamos esas dos cuadras a su departamento que me parecieron 100 cuadras... porque realmente mi corazón latía a mil... conversando de aquellos tiempos, los compañeros, los profesores, etc. Finalmente llegamos al edificio abrió la puerta me hizo pasar, llegamos al ascensor pulsó el botón de éste y mientras lo esperábamos lo miré de reojo y lo noté un poco nervioso como ansioso de que llegara de una vez el ascensor. En eso me mira y en vez de mirarlo directamente desvié la mía. ¿Se habría dado cuenta que lo estaba observando? Al llegar el ascensor me hizo subir primero y luego apretó el botón 8. - “¿Octavo piso?? Debe haber una vista hermosa” - le comenté, pues no sabía de qué hablar.- “aunque con el vértigo que sufro desde chico no creo que me anime a acercarme a alguna ventana.” Se rio y me dijo: - “No te preocupes… yo te cuido. Además están bien protegidas las ventanas.” Luego de este intercambio de palabras nos quedamos sin hablar hasta llegar al piso 8. Nos dirigimos al 801. Abrió la puerta y nuevamente me hizo pasar primero. El departamento estaba muy lindo decorado. Por lo menos para mi gusto. - “¡Qué lindo departamento!” - “Gracias. A las órdenes. Antes de tomar el café, te lo muestro. No es grande, pero para mí es bárbaro ya que al vivir solo es lo mejor. Como ves este es el living comedor.” Éste era relativamente amplio. Lo primero con que se topaba uno ...
    ... era con una mesa con sus cuatro sillas, y más allá un sillón de dos cuerpos mirando hacia un ventanal, con una mesita a cada lado de éste sobre las cuales habían unas lámparas las cuales se les podía graduar la intensidad de la luz. Y a los costados, contra las paredes, un par de sillones personales. El ventanal tenía una hermosa vista del Puerto con sus barcos anclados, y al fondo el Cerro. Las paredes tenían un par de cuadros de pintura con el tono azul en ambos. Y el azul, justo es mi color favorito. - ¡Qué hermosa vista! – dije y me fui acercando al ventanal, pero no muy cerca de éste por el maldito (¿maldito?) vértigo. - “Vení, no tengas miedo que te agarro”, - me dice, me toma de mi brazo derecho con su mano derecha, y como quedaba incómodo agarrarme de dicha manera, pasó por detrás mío para tomar mi brazo izquierdo con su mano derecha. En el instante que pasa por detrás de mí, me pareció que pasaba (báh, no me pareció, pasó) bien cerca de mí, que hasta incluso me pareció sentir (báh, no me pareció sentir, SENTÍ) su bulto rozando mis nalgas. Hice como que no me había dado cuenta de nada, le miré a los ojos y le dije: - “Gracias… por agarrarme.” - “Por nada, Carlitos. No voy a dejar que te caigas. Vení que te sigo mostrando” - me dijo con una sonrisa nerviosa y extendiendo el brazo izquierdo: - “Ésta es la cocina. Chica pero cómoda. Todo al alcance. Por acá hay un pequeño dormitorio que lo uso para sentarme a la computadora y realizar algunos trabajos y hobbies que me ...
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