Con uno de mis amigos de la adolescencia (Primera parte)
Fecha: 26/03/2019,
Categorías:
Gays
Confesiones
Autor: buitrepanda, Fuente: CuentoRelatos
... gustan. Después te muestro qué es lo que hago en ella. Si querés.” - “A mí también me encanta la computadora. Edito videos, con fotos, videos y preparo música para bailes o reuniones. Me encanta. El Facebook no mucho.” De la cocina, me mostró el “baño social”, y luego me llevó a la última habitación que era su dormitorio. Apenas lo vi, me encantó. A mi derecha, a los pies de la cama y colgado de la pared tenía un Smart TV de 50’’, entrando a la izquierda tenía un amplio placard, frente mío tenía otro hermoso ventanal, que también daba hacia el Puerto. Y por último dejé la cama. Era un somier de una plaza y media, y lo que más me gustó fue el acolchado, que era de un color azul, ni muy fuerte ni muy suave. El tono ideal, de “mi” azul. - “¡Qué hermoso color el acolchado! ¡Me encanta! ¡Qué gusto divino que tenés para la decoración y los colores!” - “¿Te gusta? ¿En serio?” - “Sí. ¡Me re gustó!” - “Y ahora lo mejor” – me dijo – “el baño en suite”. Y “detrás” de donde terminaba el placard, estaba la entrada al baño en suite. - “Uauu. Tenerlo en suite es genial, porque después de….” –y dejé un espacio de tiempo sin decir nada pero con una mirada pícara – “no agarrás nada de frío” Ja jaja. - “Sí. Tal cual.” - “Bueno, vamos a preparar los cafecitos”, dijo y fuimos hacia la cocina. Preparó el café y nos sentamos en el sillón de dos cuerpos, yo sentado a su izquierda, mirando hacia la hermosa vista del Puerto y sus aguas y las luces de las calles, que ya empezaban a encenderse. - “¡Qué ...
... linda vista y qué paz se siente acá arriba!”, le comenté. - “La verdad que sí.” – me dice mientras bebía su primer sorbo de café – “¿Pero sabés una cosa, Carlitos? Cuando te ví en la calle, casi sigo de largo sin saludarte, pero… no sé cómo decírtelo sin que lo tomes a mal…” - “Simplemente decilo, capaz que no me cae mal”, le respondí. - “Ufff… buéh… abés que… ¿por casualidad vos te acordás cómo te miraba cuando nos reuníamos con el grupo de amigos?” - “¡Sí, por supuesto! Imposible olvidar. No sólo tu mirada!” - “¡Ah sí! ¿Y qué más no olvidaste de mí?”, me preguntó. - “Bueno. Primero que nada tus ojos. Siempre me… cómo decirte… siempre me gustaron. Y tu cuerpo atlético.” - “¿No me digas? A mí siempre me gustaron los tuyos también, al igual que tu cuerpo”, me respondió. – “¡Qué increíble! Pues tiene algo que ver con lo que siempre te quise decir. Pero… es que… capaz que te cae mal…” - “Decilo, bobo, ¿qué me puede caer mal?”, le respondí, no sólo cada vez más intrigado, sino más ansioso por creer saber qué era lo que me quería decir. - “Bueno. Tá bien… yo… te miraba… creo que de una manera muy especial… porque… yo… bueno… siempre me gustaste… siempre me gustaron los hombres, pero esos tiempos no eran como ahora, que no nos discriminan tanto, aunque todavía hay algunos que sí lo hacen. Espero que vos no me discrimines. ….Tá. Lo dije”, y largó un suspiro, sin quitar sus ojos de los míos. En ellos vi, que realmente, él estaba preocupado por lo que yo pensara o fuera a hacer. Luego ...