Humillaciones sexuales en el Servicio Militar (1)
Fecha: 27/03/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Humillaciones sexuales en el Servicio Militar (I). Entre como recluta en junio de 1999 en el cuartel, muchos de nosotros estabamos atemorizados por las historias que se cuentan de la mili y teníamos la esperanza de que esas novatadas eran cosas del pasado. Convivir en un cuartel con dos mil hombres puede ser una experiencia dura y estresante y en el cuartel de reclutas donde yo ingresé se había perdido todo sentido de la dignidad. La humillación sexual había roto las fronteras entre las palabras y los hechos y cualquier castigo se llevaba siempre a ese terreno. Lo pudimos comprobar a las pocas horas de ingresar en el cuartel. La primera actividad del primer día, después de adjudicarnos una matrícula como si de coches se tratara, fue cortarnos el pelo. Nos formaron a todos los nuevos enfrente de la compañía, éramos un reemplazo numeroso, unos ciento cuarenta nuevos reclutas, la mayor parte en torno a los veinte años. Unos soldados nos repartieron unos sacos de tela a modo de bolsa y un sargento nos dijo que nos iban a cortar el pelo para estar más decentes, así que nos ordenó que nos quitáramos toda la ropa de paisano, absolutamente toda, calzoncillos y calcetines incluido y que la metiéramos en el saco. Nos quedamos atónitos. Alrededor había mucha expectación, muchos soldados veteranos se reunieron alrededor nuestro y se reían y hacían comentarios de mal gusto: - ¡Sois carne de cañón!,- ¡Conejos, os vamos a matar!- ¡Me pido ese del culo respingón! El sargento, al ver ...
... nuestras caras de sorpresa, nos gritó que en treinta segundos nos quería ver desnudos y con la ropa ya guardada en el saco. A la voz de ¡arrr! En ninguna de nuestras mentes cabía la protesta, a toda velocidad nos desabrochamos los pantalones y las camisas e inmediatamente nos quitamos los calzoncillos, camisetas y calcetines y los metimos amontonados en el saco. El sargento miraba fijamente su reloj con expresión seria y cuando se cumplieron los treinta segundos dijo: ¡todos firmes, arrr, mirando al cielo, quietos!- Me quedé inmóvil en posición de firmes con la cabeza mirando al cielo. Había un silencio sepulcral. Todos habíamos conseguido desnudarnos por completo pero dos reclutas no habían conseguido meter toda la ropa en el saco. El sargento se acercó a ellos con un auxiliar y le dijo: Apunta la matrícula de estos dos, esta noche que se presenten al oficial de guardia. Era una sensación extraña sentir la brisa en toda la piel y en especial ese frescor que recorría del aire enfriando mi entrepierna. Me sentía infinitamente vulnerabilidad. Allí estabamos, desnudos sobre el asfalto del patio, en posición de firmes y mirando al cielo. Era realmente vergonzoso. La escena me recordaba lo que debieron sentir los judíos al desnudarse para ir a las cámaras de gas. A continuación, el sargento ladraba: Atención, quiero que a la voz de ¡ya!, salgan todos corriendo hacia la compañía y guarden el saco con sus ropas en la taquilla, lo cierran y vuelven aquí, exactamente al mismo lugar donde ...