Eva María y Federico
Fecha: 27/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Rafael siempre fue muy atento y educado con mi madre. Jamás hicieron algo que yo sospechara su relación fuera más que amistad entre ellos. Una tarde en la Universidad nos dejan una tarea urgente para el día siguiente y mis demás compañeros sabiendo que yo tenía acceso a máquina de escribir, fotocopiadora, etc. me dejaron a mí encargado de hacerla y llevarla el día siguiente. Ya eran casi las 7 de la noche cuando llegué a la oficina. Como era de esperarse todas las luces estaban apagadas, excepto la oficina de mi madre. Me quedé sorprendido. El corazón me latía fuerte. Mi mente sospechaba algo pero quería confirmación afirmativa. Me imaginaba a mi madre y Rafael. Comencé a caminar despacio y sigilosamente y a medida que me acercaba comenzaba a escuchar gemidos de placer y que alguien hablaba. Yo no sabía si confirmar mi corazonada. Tenía sentimientos encontrados como de enojo, miedo y también de morbosidad. Yo oía claramente las voces y las reconocía pero me negaba a aceptarlo. No voy a negarlo pero el corazón me palpitaba y dudaba pero decidí asomarme por la puerta y voy viendo aquel cuadro: ambos completamente desnudos, mi mamá subida en un sillón agarrada del respaldo viendo a la pared, las nalgas en pompa y las rodillas apoyadas en el asiento y Rafael parado dándole por el culo. -Dame más, dame más, daaaaaaame maaassss!!! Decía mi mamá mientras movía la cabeza para arriba y hacia atrás. Ella contorsionaba el cuerpo, movía el culo hacia atrás pidiendo más verga sin soltarse ...
... del sillón. Rafael no hablaba sólo se esforzaba en meterle más la verga. La tomaba de la cadera y le sobaba las nalgas morenas. Las tetas de mamá sólo se movían de arriba para abajo. Por mi parte me quedé quieto, no sabía qué hacer, pero la morbosidad era inmensa. Tenía una erección bárbara. -Qué rico! Me acuerdo que yo decía en mi mente. De repente me estaba masturbando viendo aquel espectáculo. No le despegaba la vista a las nalgas de mi mamá. Nalgas grandes, morenas, llenas de carne. Me gustó lo que veía. Me exitó demasiado ver que a mi madre se la metían y ella gozando como loca. De repente, Rafael dejó de penetrarla, se agachó y comenzó a mamarla. Le metía la lengua por todos lados. Le besaba los cachetes, se los abría y cerraba, le metía un dedo en el culo y le daba masajes en el clítoris. -Qué delicioso papito! Qué riiiico! Ay, ay, ay papito! Ay, ay! Repetía a cada momento. Yo continué pajeándomela hasta que terminé. Creo que ha sido una de las veces que más leche he tirado. Al terminar decidí retirarme y dejar que continuaran cogiendo. Camino a casa no dejaba de pensar lo que acababa de ver. Volvía a tener erección y sentía deseos de ser yo quien le metiera la verga a mi mamá. No eran celos sino lujuria. Me daba risa nerviosa de recordar a mamá, de cómo la tenían, jamás me la hubiera imaginado así. No estaba enojado sino sorprendido. Sentía morbo y deseo de hacerlo con ella, después de verla desnuda y cómo gozaba con la verga de Rafael. En mi mente pasaban una y otra ...