Cris
Fecha: 06/05/2019,
Categorías:
Primera Vez
Autor: spanishguy1966, Fuente: xHamster
... cúmulo de espuma. Acto seguido, volví a la habitación donde me esperaba Cristina, que ya había encendido un cigarrillo. Al acercarme pude ver que de su rajita empezaban a escurrir los restos de mi esperma que había perdido ya la viscosidad. Encendí yo también un cigarrillo y me tumbé a su lado. Entonces ella cambió de postura y se tumbó de lado apoyando su cabeza en mi pecho abrazándome. Mientras le acariciaba el pelo pensé en el largo tiempo que hacía que no tenía así, a mi lado, a una mujer que se abrazase a mí como lo estaba haciendo aquella niña en ese momento. El mismo tiempo que hacía que no hacía realmente el amor a una mujer, y digo mujer porque a pesar de sus pocos años, para mí Cristina era en algunos aspectos, y precisamente en el de la sexualidad, una adulta; al menos eso me había parecido entender hasta hora a través de nuestras conversaciones. No creo que fuese una idea creada por mí mismo para auto convencerme y poder así acostarme con ella sin remordimientos. Además, una niña que pretende llevar al huerto a un hombre que le dobla la edad, o está flipada o tiene que estar convencida de que puede estar a la altura de las circunstancias. Si fuese al revés, si yo fuese el menor, no podría pretender acostarme con una mujer mucho mayor que yo sin saber si realmente fuera a “dar la talla”. Y eso no se consigue sin ser sexualmente adulto lo cual no significa que seas un macho o una folladora titulados. Esto era una de las cosas que me gustaba de Cris, que también ...
... había vivido muchas más vi-vencias que cualquier otra cría de su edad, con experiencias terribles y que además vivía en ese mundo característico de las últimas generaciones: la calle, la jungla urbana. Sin embargo, ahora que la tenía a mi lado, aún después de haberle hecho el amor y ante lo que vendría a continuación, seguía siendo “mi sobrinita” y seguía siendo una adolescente; en resumen, continuaba siendo una cría con sus reacciones infantiles y otros comportamientos típicos de su edad. Pero también eso me gustaba de Cristina; concretamente el ver que, pese a vivir ese mundo cabrón en el que le había tocado vivir, todavía conservaba esa pueril inocencia, aunque esa misma inocencia hubiera desaparecido cuando Cristina, minutos antes, había aferrado mi enhiesto miembro con las dos manos y le había dado, como se dice comúnmente, “un buen repaso”.Mientras pensaba en todo aquello, percibí de nuevo el sonido del agua llenando la bañera. Desperté a Cristina de su propio letargo que, sumida en sus propios pensamientos, continuaba con la cabeza apoyada en mi pecho jugueteando con sus dedos con mi vello púbico. Le pregunté si estaba a gusto y me respondió afirmativamente. Le dije que si le apetecía acompañarme a la bañera; pareció pensárselo durante un momento y tras dedicarme una pícara sonrisa, a modo de respuesta deslizó su cabeza hacia abajo y tras coger delicadamente mi relajado miembro con los dedos, se lo metió en la boca. Me quedé tan sorprendido que ni siquiera reaccioné. No ...