Mi vecino Germán
Fecha: 12/05/2019,
Categorías:
No Consentido
Anal
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
... exigente. Rápidamente sacó su polla de mi interior para no venirse y yo enseguida abrí mis glúteos al máximo con ambas manos, alzando mi colita para mostrarle más de cerca mis agujeritos: - Ven aquí cabronazo y cómeme el ano como se debe! Tienes que hacerme feliz si buscas el perdón pedazo de idiota. Germán se inclinó y nuevamente hundió su cara entre mis cachetes. Se concentró en mi estrecho agujerito y aplicó todas sus técnicas en él. Para mi fortuna a su exesposa le gustaba enormemente disfrutar del sexo anal así que sin duda el vecino tenía vasta experiencia en cómo tratar un agujerito así. Yo me retorcía del placer que me hacía sentir con su lengua, era como un torbellino, una delicia. - Ohhh querido, estoy a punto de perdonarte. Pero pensándolo bien, ¡No te lo mereces! Mira que tantos años juntos y nunca haberme comido el anito de esa forma. La verga del vecino ya había descansado un poco y su eminente orgasmo se había disipado. Mis comentarios y palabrotas lo encendieron de nuevo, su palo se puso erecto otra vez, le brotaban las venotas a lo largo de ese pedazo de carne, en la punta su cabeza estaba muy hinchada. En eso fue cuando dejó de lamerme y se hincó sobre la cama. Me tomó de las caderas para alzar mi trasero a modo de quedar empinada con la cabeza en la almohada y el culo casi apuntando al techo. Germán propinó un escupitajo en la entrada de mi ojete, otro más en la punta de su tronco. Fue ensartando lentamente su pito, no me podía mover, sentí que lo largo de ...
... su pene no tenía fin, como si fueran metros y metros. La realidad metía milímetro a milímetro, sabía muy bien cómo tratar un agujerito entallado. Finalmente la había metido solo hasta la mitad y comenzó el vaivén, muuuuy lento, retrocedía justo para que la cabeza de su pene no se saliera de mí, luego volvía a empujar. Unas olas de sensaciones agradables me llegaron a través de ese orificio poco explorado (aunque mi esposo insiste en follarme por ahí no suelo acceder) y poco a poco la molestia se fue convirtiendo en gusto. Al cabo de un rato mi recto ya se había acostumbrado al grosor del miembro del vecino, éste movía su palo dentro de mí con mayor soltura y facilidad, sin embargo, guardaba lo mejor para el final. Así estuvo taladrando mi anito mientras me propinaba tremendas nalgadas, creo que me dejó el trasero rojo de tanto que me castigó. Eso a mí me excita muchísimo, no pude contener gritarle: - ¡Así perrazo, rómpeme el ojete! Que rico me llenas ese agujero con tu pija mi amor. Tenía mi anito esperándote desde hace rato, sigue follándome el culo. Mis palabras fueron combustible para aquel hombre, sentí un repentino empujón violento de su pelvis y recibí su leño completo dentro de mí. Solté un grito de placer cuando me aventó toda su carne dentro, me cogía bestialmente aferrándose con ambas manos a mi cintura para poder controlar la fuerza de sus estocadas. Me llevó al cielo, nunca me habían culeado de esa forma, ni siquiera mi marido. Claro que yo aún no me enteraba que ...