1. De sueños y brujas


    Fecha: 18/05/2019, Categorías: Incesto Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... desde aquel momento, por aquella mulata, daría la vida. Nunca había amado ni deseado así a nadie. -Sí, corazón. -Quítate el jersey y la camisa que ahora vengo. Se fue a la habitación y volvió con una pañueleta en la cabeza y con un vestido de flores que le llegaba a los tobillos. Calzaba unas zapatillas marrones. En sus manos había puesto unos guantes negros de lana y en su mano derecha traía una cuerda con un lazo. Yo había quitado el jersey, la camisa y la camiseta. La cocina de piedra calentaba la pequeña casa. Me dijo: -Ponte de rodillas, perro. -Sí, vida mía. Me puse de rodillas, me colocó el lazo al cuello y se sentó en una banqueta. -Haz todo lo que te diga. -Si, cielo. -Mastúrbate. -Si, ángel mío. Saqué la picha y la meneé. Al rato... -Lame mis zapapillas. -Sí, princesa. Se las lamí. -Sube lamiendo mis piernas hasta llegar al coño. -Sí, mi reina. Fui besando y lamiendo los muslos y levantando el vestido. Ella abrió las piernas de par en par. Al llegar arriba vi que no llevaba puestas las bragas. Su coño estaba rodeado de pelo negro y rizado. Le lamí los labios y se los follé con mi lengua. Chupé y lamí su clítoris. Estaba comiendo su coño, yo, que nunca había olido uno. Era como si ella, telepáticamente, me estuviera diciendo como hacerlo. Tan bien lo hice, que un cuarto de hora más tarde, me cogió la cabeza con las dos manos, y me dijo: -Bebe el néctar de tu dueña. -Sí, alma mía. Se corrió sin emitir un sólo gemido, a pesar de que temblaba y que de su coño salía ...
    ... jugo en cantidad. Al acabar de correrse, me dijo: -Eres mío. Solo mío. Soy tu dueña. ¿Me ves linda? -Sí, te veo hermosísima. -Levántate. -Sí, ángel de amor. Me levanté. Ella se levantó de la banqueta. -Manos arriba y contra la pared. Te voy a dejar claro quién manda aquí. -Sí, jefa. Me puse como me dijo. Me lamió la espalda, mientras acariciaba mis costillas, después me bajó los pantalones y los calzoncillos... Me dejó en pelotas. Me acarició las nalgas con las manos y luego comenzó a nalguearme, una, "plas". Acarició de nuevo las nalgas, dos, "plas". Acarició las nalgas y la espalda y me preguntó: -¿A quién perteneces? -A ti, sempiterna belleza. Me dio y me acarició las nalgas más de diez veces. "plas, plas, plas..." Al acabar, me dijo: -Eres mío. Echa el culo para fuera -Sí, perenne amapola. Mi picha estaba empalmada y empapada de aguadilla. Me vendó los ojos. Sentí las plumas de un plumero acariciar mi espada y mis nalgas. El contraste me volvía loco. Disfrutaba de su suavidad cando me cayó un zapatillazo en una nalga. "¡¡Plas!!" Debía ser una zapatilla de esas de suela de goma porque dolía, pero me gustó. Me supo a poco que solo me diera dos veces en cada nalga: ¡¡Zaaas, zaaaas, zaaaas!! Lo siguiente que sentí fueron unas tetas grandes, esponjosas y calentitas estrujarse contra mi espalda, y su mano derecha coger mi picha empalmada. El gato negro, si era el jorobado, era maricón perdido, ya que comenzó a frotarse contra mis piernas. Aitana dobló mi picha hacia atrás, lamió ...