Camino compartido 1
Fecha: 24/05/2019,
Categorías:
Gays
Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues
Una simple historia de dos chicos, ambientada en Buenos Aires. No es un relato autobiográfico ni una historia real. Pura ficción Alejandro tenía 14. José también. A Ale nunca le habían interesado las chicas, a José tampoco. Algún amigo muy muy íntimo sabía que Ale "se dejaba". Algún amigo muy muy íntimo sabía que José "se dejaba". Pero Ale no se dejaba coger por cualquiera, se dejaba por José. Y José no se dejaba coger por cualquiera, se dejaba por Ale. Los dos tenían bien claro que lo que hacían era de "putos", pero, qué podían hacerle?, les gustaba! Visto a la distancia, la verdad es que los dos estaban muy bien. José era delgado, de poco menos de 1,70, rubio y de ojos claros, piel muy blanca y cabellos ensortijados, bien formado, con un culito lampiño de nalgas perfectas. Ale era un poco más alto, de aspecto más latino por el color de su piel y sus espaldas anchas. No era flaco, tampoco gordo, era, si se quiere, un "gordito puto", con una tetitas incipientes que eran el punto de anclaje de la manos de José cuando se lo cogía de parado, y un culito de nalgas bien paraditas, bien duras, más grandes que las de José pero también bellísimas. Fue una tarde calurosa de verano, los dos andaban por los 11, cuando se alinearon los planetas. Habían ido a bañarse al arroyo y ya frescos descansaban apoyados sobre el tronco de un gran eucalipto. Charlando de una cosa o de otra de a poco fueron derivando al sexo, los dos afirmando como expertos esas cosas que habían escuchado por ahí, ...
... que la concha de las minas eran así y asá, que con las putas había que usar forro porque sinó te contagiaban enfermedades, que los putos te pagaban para que te los cogieras y todos los demás lugares comunes que la imaginación y la información de boca en boca hacían circular entre los pibes, y que con pocas variantes repetían todos y volvían en cada charla como sabiduría sexual del disertante. Las manos de ambos se metieron debajo de su shorts y cada uno comenzó a juguetear con su pijita, sin dejar de conversar. En un instante se produjo un largo silencio y a boca de jarro apareció la pregunta de José: -Ale, te dejás?, si vos te dejás, yo me dejo. Ale se quedó en silencio, con la cabeza gacha siguió acariciando su pija debajo del short, que ya estaba bien parada. -Dale Ale, yo me dejo coger si vos te dejás primero. Ale dudaba, tenía unas ganas de coger tremendas pero, eso de dejarse. , era de putos y él no era puto. Claro, el premio sería debutar en el sexo cogiéndose a José, y eso de ponerla y saber qué se siente cogiendo lo tentaban en extremo. -Bueno, pero si vos después no te dejás te cago a palo! -Ale, yo me dejo, quedate tranquilo. -Bueno vamos. Se metieron entre los matorrales, cuando encontraron un lugarcito que les pareció seguro aplastaron a pisotones el pasto y lo cubrieron con las remeras y los shorts. Quedaron los dos frente a frente desnudos, no era la primera vez que Ale veía desnudo a su amigo, pero ahora era muy diferente, prestaba por primera vez atención a la ...