1. Siempre (parte 1)


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Incesto Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    ... correría. Yo, por mi parte, no entendía ni la mitad de lo que decía, aunque asumía que todo le encantaba por la manera en que hablaba. Mi excitación estaba a tope, superando con creces cualquier cosa que un niño de mi edad hubiese experimentado antes. Mi culo se movía descontrolado , ya que no podía mover ninguna otra parte de mi cuerpo. No podía hacer nada más, solo recibir los pollazos de Marcelo. Una intensa corriente de placer envolvió mi cuerpo, y me dejó sin respiración. El orgasmo fue tan intenso, que por un segundo, me asusté por la velocidad con que mi corazón palpitaba. Mi ano destrozado mordió su pene de tal manera que, a los segundos, comenzó a gemir con agitación. Sus vellos púbicos golpeaban mi carne con una preocupante velocidad, rompiendo todo a su paso. El dolor volvió a invadir mi interior, y como acto reflejo, mi culo entero se contrajo. Para él fue perfecto, porque tuvo una endemoniada presión extra, cuando empezó a soltar su leche dentro de mí. Al rato, cuando se aseguró que todo su semen estaba dentro de mí, sacó su pene y se fue al baño. Me quedé ahí acostado, todavía con mis extremidades ...
    ... atadas, con mi culo abierto, lleno, y ardiendo. Mi corazón aun estaba agitado, y mis ojos cerrados. Lentamente comencé a sentir que algo viscoso salía de mi orificio, y no podía hacer nada, solo esperar a que Marcelo llegara. Después de unos cinco minutos, apareció. Me desató, y me llevó hasta el baño. Caminar dolía mucho, por lo que necesité mucho de su ayuda para poder desplazarme. Me asusté cuando vi sangre en mi ano, y vi preocupación en su rostro. Al parecer no esperaba con que se le pasara la mano, y me hiciera sangrar tanto. Me limpió delicadamente, y en toda la noche no borró la expresión de culpabilidad. Seguramente, llegar hasta ese nivel, no estaba en sus planes, y solo se había dejado llevar por la calentura. Mi culo ardió toda la noche, era desesperante, y la sensación de vacío también. Antes de que llegara mi padre, Marcelo tomó una crema y me la aplicó por dentro, según él, para que el ardor se calmara. Durante muchas semanas, no volvimos a repetir nada. Su cara de culpa estuvo siempre presente, aunque intentaba disfrazarla. Pero tarde o temprano esa culpa se disiparía, y fue más temprano que tarde… 
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